La cineasta Deborah Snyder sabe cuál es su verdadero superpoder
Para los fanáticos de Wonder Woman, Aquaman y otras películas de superhéroes que ha producido, Deborah Snyder puede ser considerada también como una leyenda. Perspicaz, enérgica y decidida, tiene una carrera que va más allá de los sueños de la mayoría de la gente, una encantadora casa cerca de Los Angeles y una familia y un marido, Zack Snyder, que también es su socio comercial, que la apoyan.
Pero todo superhéroe tiene un villano, y el de Deborah es la enfermedad de Still de inicio en la edad adulta, una forma rara de artritis autoinmune. Le dejó un daño en la cadera que incluso le dificultó caminar durante años.
Al verla relajada y sentada sobre una pierna replegada -algo que nunca hubiera podido hacer hace unos años-, es imposible adivinar que tiene artritis, o que sigue tomando medicación y que le han reemplazado las dos caderas.
Corría el año 2007 y acababa de empezar la producción en Vancouver de la película de Snyder, Watchmen. Deborah llevaba unas semanas luchando contra un dolor de garganta y de cuello y una fiebre intermitente antes de acudir al médico, que la envió a la sala de urgencias.
Pasó el fin de semana en un hospital, donde un especialista en enfermedades infecciosas le dijo que tenía una infección alrededor del corazón o una enfermedad de la que nunca había oído hablar: la enfermedad de Still. Alrededor de un mes después, tras realizar más exámenes en California, se confirmó el diagnóstico de Still.
"La parte más aterradora fue después del diagnóstico", recuerda Deborah. "No conocía a nadie que tuviera esto. No pude encontrar a nadie con quien hablarlo. Encontré un sitio web, y fue devastador".
Las fiebres acabaron por cesar, pero los dolores articulares aparecieron "con fuerza", dice. "En un periodo de dos años, tuve graves daños en la cadera".
Pero con su exigente carrera, estaba decidida a ocultar el dolor. "Como mujer en un papel de liderazgo, no quieres que la gente vea tus debilidades. Me acostumbré a disimularlo", dice.
"Sentía dolor y estaba asustada, y fue duro", recuerda Zack. "La parte más difícil para mí fue ver a una persona atlética, llena de vida, física, realmente lisiada y debilitada por algo que va en contra de su naturaleza básica, su configuración básica. No sabes cómo actuar. Haces todo lo posible por apoyar".
Deborah probó varios medicamentos, pero nada la ayudó durante mucho tiempo hasta que el medicamento biológico que utiliza actualmente estuvo disponible en 2011. Después de dos semanas de tratamiento, sus síntomas desaparecieron. Desde entonces, ha tenido brotes muy leves solo unas tres veces, dice.
Pero el daño en sus articulaciones ya estaba hecho. Todavía no puede cerrar el puño con ninguna de las dos manos. Y en agosto de 2012 (unos meses antes de que naciera el menor de sus dos hijos adoptados, ahora de 6 y 8 años), se sometió a su primer reemplazo de cadera, seguido cinco meses después por el segundo.
Dice que es "una de las afortunadas" por haber encontrado un tratamiento que le permite hacer "cosas increíbles", y no se refiere a sus logros profesionales.
"Lo más sorprendente es poder volver a subir a una montaña [a esquiar]; puede ser en un circuito verde, pero no importa. Es estar al lado de mis hijos para poder correr y hacer senderismo e ir al gimnasio de escalada con ellos", dice. "No se trata de las películas. Se trata de esas pequeñas cosas que son las más importantes".
Autora: Jill Tyrer
Pero todo superhéroe tiene un villano, y el de Deborah es la enfermedad de Still de inicio en la edad adulta, una forma rara de artritis autoinmune. Le dejó un daño en la cadera que incluso le dificultó caminar durante años.
Al verla relajada y sentada sobre una pierna replegada -algo que nunca hubiera podido hacer hace unos años-, es imposible adivinar que tiene artritis, o que sigue tomando medicación y que le han reemplazado las dos caderas.
Un revés repentino
Corría el año 2007 y acababa de empezar la producción en Vancouver de la película de Snyder, Watchmen. Deborah llevaba unas semanas luchando contra un dolor de garganta y de cuello y una fiebre intermitente antes de acudir al médico, que la envió a la sala de urgencias.
Pasó el fin de semana en un hospital, donde un especialista en enfermedades infecciosas le dijo que tenía una infección alrededor del corazón o una enfermedad de la que nunca había oído hablar: la enfermedad de Still. Alrededor de un mes después, tras realizar más exámenes en California, se confirmó el diagnóstico de Still.
"La parte más aterradora fue después del diagnóstico", recuerda Deborah. "No conocía a nadie que tuviera esto. No pude encontrar a nadie con quien hablarlo. Encontré un sitio web, y fue devastador".
Las fiebres acabaron por cesar, pero los dolores articulares aparecieron "con fuerza", dice. "En un periodo de dos años, tuve graves daños en la cadera".
Pero con su exigente carrera, estaba decidida a ocultar el dolor. "Como mujer en un papel de liderazgo, no quieres que la gente vea tus debilidades. Me acostumbré a disimularlo", dice.
"Sentía dolor y estaba asustada, y fue duro", recuerda Zack. "La parte más difícil para mí fue ver a una persona atlética, llena de vida, física, realmente lisiada y debilitada por algo que va en contra de su naturaleza básica, su configuración básica. No sabes cómo actuar. Haces todo lo posible por apoyar".
"Una de las afortunadas"
Deborah probó varios medicamentos, pero nada la ayudó durante mucho tiempo hasta que el medicamento biológico que utiliza actualmente estuvo disponible en 2011. Después de dos semanas de tratamiento, sus síntomas desaparecieron. Desde entonces, ha tenido brotes muy leves solo unas tres veces, dice.
Pero el daño en sus articulaciones ya estaba hecho. Todavía no puede cerrar el puño con ninguna de las dos manos. Y en agosto de 2012 (unos meses antes de que naciera el menor de sus dos hijos adoptados, ahora de 6 y 8 años), se sometió a su primer reemplazo de cadera, seguido cinco meses después por el segundo.
Dice que es "una de las afortunadas" por haber encontrado un tratamiento que le permite hacer "cosas increíbles", y no se refiere a sus logros profesionales.
"Lo más sorprendente es poder volver a subir a una montaña [a esquiar]; puede ser en un circuito verde, pero no importa. Es estar al lado de mis hijos para poder correr y hacer senderismo e ir al gimnasio de escalada con ellos", dice. "No se trata de las películas. Se trata de esas pequeñas cosas que son las más importantes".
Autora: Jill Tyrer