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Tres historias de vida de personas con AR

Tres personas comparten sus experiencias de cómo lidian con la vida con artritis reumatoide.

La AR es solo una parte de la ocupada vida de Jamie Stelter
Jamie Stelter está demasiado ocupada para permitir que la AR limite su estilo. A los 33 años, tenía un trabajo demandante como reportera del tráfico matutino en NY1, en New York City, mantenía un blog sobre comidas llamado TV Dinner, publicó una novela electrónica, Transit Girl, la cual el periódico New York Daily News llamó: "más caliente que una plataforma de metro en julio", y celebró su primer aniversario de casada. Llamarla optimista y resiliente sería una subestimación.

La mayor parte de sus dedos están deformados e hinchados, y ya no puede doblar sus muñecas, "pero eso no es una novedad", dice Stelter. "Años atrás, cuando me sucedió por primera vez, estaba consciente de mí misma, pero ya no más", dice. Sus problemas con la AR comenzaron en 2003, cuando se le hincharon los nudillos, y con el tiempo, le diagnosticaron AR. "Nunca pensé que fuera algo que tendría el resto de mi vida", dice. "Pensaba que se iría con medicaciones. Recién unos años más tarde me di cuenta de que no se iría".

Stelter probó varias medicaciones antes de encontrar la que le funcionaba bien, y tuvo cirugías de fusión de su cuello y pie que le aliviaron el dolor y la ayudaron a seguir adelante. Además de las medicaciones, ella controla la AR a través de elecciones de estilo de vida saludable. En cierto punto, su acupunturista le recomendó una dieta vegana, que parece haberla ayudado con los síntomas. Hace poco, comenzó a hacer una dieta paleo. También descansa bien y hace ejercicios, toma clases de bicicleta fija o barra de tres a cinco días a la semana. "Se trata de darme cuenta de qué manera puedo manejar mi AR, para convivir con ella", dice.

El dolor ya no controla la vida de Aaron Sober
A los 37 años, Aaron Sober, había pasado la mitad de su vida con AR, y el dolor amenazó su subsistencia y sus relaciones. Es esposo y padre, trabaja en la enseñanza de diseño en 3D, gráficos en computadora y producción cinematográfica digital en Life is good, en St. Petersburg, Florida. "El dolor puede ser una realidad de la vida cotidiana, pero no me gobierna", dice.

Sober tenía 18 años y estaba por viajar a Dinamarca para estudiar cuando se le hinchó la muñeca izquierda, y le dijeron que podría ser AR. A su regreso, cuando estaba en la universidad, tuvo que ir a la Mayo Clinic debido a un dolor en la rodilla, y allí le confirmaron que tenía AR. Se graduó en 2001, abrió un estudio de cerámica en Minneapolis y fue profesor asistente en la prestigiosa Penland School of Crafts de North Carolina, donde conoció a su futura esposa, Molly. Pero algunos años más tarde, cuando estaba cerca de sus 30 años, la AR empeoró y empezó a afectar todas sus articulaciones. "Fue un empeoramiento rápido que duró alrededor de un año", dice Sober.

"Estaba destrozando mi capacidad para trabajar". Probó muchas medicaciones, pero ninguna parecía ayudarlo, y unos años más tarde también se le diagnosticó diabetes de tipo 1 (autoinmune). "El dolor dominaba mi vida", dice. Aún sus conversaciones siempre rondaban en la AR, lo cual afectaba sus relaciones con otras personas. En 2012, entró al Centro de Rehabilitación del dolor de la Mayo Clinic, una decisión que considera transformadora. Aprendió rutinas de ejercicios, técnicas de meditación y otras estrategias para manejar el dolor. "Aún tengo dolor, pero pienso en ello de una manera diferente y no dejo que gobierne mis decisiones ni que interfiera en mis relaciones", dice. Como resultado, agrega: "puedo hacer que tenga un rol secundario en mi vida en lugar de tener el principal". Para cuidar de su salud y de sus articulaciones, come una dieta balanceada, hace estiramientos y camina. "Las cosas me están yendo bien", dice. "Se puede vivir una vida feliz".

April Yazza predica con el ejemplo
Cuando April Yazza era Miss Native American USA 2014-2015, los espectadores nunca hubieran sospechado que sus dedos adornados con anillos estaban hinchados y le dolían debido a la AR, que le habían diagnosticado justo unos meses antes.

Yazza tiene 21 años y le diagnosticaron esta afección en 2013, en su primer año en la universidad. Inicialmente, le dijeron que sus espasmos musculares se debían al estrés, pero luego sus manos, rodillas y pies se hincharon y comenzaron a dolerle. Hasta se le hacía difícil caminar. "Era como si tuviera aparatos en ambos pies", recuerda. "No podía doblar las rodillas". A pesar de las medicaciones que su reumatólogo le prescribió, el dolor continuaba y las medicaciones le afectaban el sueño, le provocaban acné y hacían que esta adolescente de 5 pies y 1 pulgada de altura "ganara algunas libras de peso".

Pero esto no le impidió participar en el concurso unos meses después de su diagnóstico, y ganarlo. Yazza, que ahora toma medicaciones que le dan resultado, es una estudiante de taller artístico en la University of New Mexico de Albuquerque, ha sido premiada por sus altas calificaciones y trabaja con una organización sin fines de lucro dedicada a ayudar a las personas sin hogar. En su rol de Miss Native American USA, Yazza, cuya madre es Navajo y cuyo padre es Zuni, está trabajando en la concientización sobre la artritis entre los indígenas norteamericanos, una población que tiene una alta tasa de artritis. En 2014, fue homenajeada durante el Jingle bell run/ walk in de la Arthritis Foundation en Albuquerque. "Las comunidades aborígenes norteamericanas deben saber que pueden tratar la artritis", dice Yazza.

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