Quest-4-West: La galardonada con el premio nacional de la caminata no permite que la artritis la detenga
Su camino con la artritis comenzó cuando era una estudiante universitaria de 21 años. Una mañana, April N. West se despertó y sentía como si hubiera hecho mucho ejercicio el día anterior. El dolor en sus tobillos, rodillas y caderas era insoportable. Como no tenía seguro médico, optó por los medicamentos de venta libre para aliviar el dolor, pero no desapareció.
Durante una visita a su familia en Florida, April recuerda que tosía tanto que tenía que reposar en el sofá todo el tiempo. En ese momento supo que algo andaba muy mal y, al poco tiempo, fue hospitalizada. Tras mucho debate, todos los médicos coincidieron en que una enfermedad autoinmune estaba provocando que su cuerpo atacara sus articulaciones y órganos vitales, incluidos los pulmones.
Cuando le diagnosticaron oficialmente artritis reumatoide (AR), April no tenía ni idea de que ese momento marcaría el comienzo de toda una vida llena de medicamentos, hospitalizaciones y adaptación a un estilo de vida totalmente nuevo.
«Cuando me diagnosticaron por primera vez, los tratamientos que recibí fueron pastillas para el dolor, esteroides: una variedad de distintos medicamentos combinados para ver cuáles funcionaban mejor para controlar mis síntomas», cuenta April. «Pero seguía con rigidez y dolor».
En esa época, vivía en Savannah con su abuela, quien tenía que ayudarla a vestirse todos los días. «Parece una locura, ¿verdad? Mi abuela, ayudando a su nieta de 22 años a vestirse. Y es que mis articulaciones se estaban deteriorando muy rápidamente».
Pero April finalmente halló una nueva esperanza cuando su reumatólogo le sugirió que los biológicos podrían ayudar a frenar el deterioro de sus articulaciones. Años más tarde, dice April, «me pongo una inyección cada dos semanas. Los biológicos siguen funcionando y le dicen a mi cuerpo que deje de atacarse a sí mismo. Ya no estoy empeorando directamente, solo me mantengo».
April comenta que la acupuntura y la terapia con masajes también le alivian muchísimo, y en su tiempo libre teje a ganchillo para mantener las articulaciones de las manos activas y flexibles.
Durante una visita a su familia en Florida, April recuerda que tosía tanto que tenía que reposar en el sofá todo el tiempo. En ese momento supo que algo andaba muy mal y, al poco tiempo, fue hospitalizada. Tras mucho debate, todos los médicos coincidieron en que una enfermedad autoinmune estaba provocando que su cuerpo atacara sus articulaciones y órganos vitales, incluidos los pulmones.
Cuando le diagnosticaron oficialmente artritis reumatoide (AR), April no tenía ni idea de que ese momento marcaría el comienzo de toda una vida llena de medicamentos, hospitalizaciones y adaptación a un estilo de vida totalmente nuevo.
¿Qué mezcla de medicamentos funcionará?
«Cuando me diagnosticaron por primera vez, los tratamientos que recibí fueron pastillas para el dolor, esteroides: una variedad de distintos medicamentos combinados para ver cuáles funcionaban mejor para controlar mis síntomas», cuenta April. «Pero seguía con rigidez y dolor».
En esa época, vivía en Savannah con su abuela, quien tenía que ayudarla a vestirse todos los días. «Parece una locura, ¿verdad? Mi abuela, ayudando a su nieta de 22 años a vestirse. Y es que mis articulaciones se estaban deteriorando muy rápidamente».
Pero April finalmente halló una nueva esperanza cuando su reumatólogo le sugirió que los biológicos podrían ayudar a frenar el deterioro de sus articulaciones. Años más tarde, dice April, «me pongo una inyección cada dos semanas. Los biológicos siguen funcionando y le dicen a mi cuerpo que deje de atacarse a sí mismo. Ya no estoy empeorando directamente, solo me mantengo».
April comenta que la acupuntura y la terapia con masajes también le alivian muchísimo, y en su tiempo libre teje a ganchillo para mantener las articulaciones de las manos activas y flexibles.