Un guerrero contra la artritis cruza la línea de llegada tras superar obstáculos durante años
Nada detiene a Daniel Ortman. Ni la artritis que lo ha desafiado durante dos décadas. Ni la importante cirugía de cerebro que tuvo que soportar hace nueve años. Ni ningún otro obstáculo que él y su familia han tenido que enfrentar.
En 2018, Dan prometió cruzar la línea de llegada de su jingle bell run en Ellicott City, Maryland, por primera vez. ¡Y lo logró! "Fue alucinante", dijo Daniel. "Empecé a sentirme muy cansado luego de la primera milla. Pero dije: 'voy a seguir y llegar al otro lado'. Y cuando llegué a la meta, dije: 'Ya no soy un discapacitado. ¡Puedo hacer cualquier cosa!'"
A Daniel le diagnosticaron artritis a los 11 años, al principio con espondilitis anquilosante y luego con artritis psoriásica. Su artritis fue muy agresiva. Encontrar y mantener un tratamiento efectivo fue difícil y afectó mucho su cuerpo. Ha usado una silla de ruedas o un andador durante períodos prolongados y ha requerido asistencia para realizar muchas de las tareas que la mayor parte de las personas toman por sentado que pueden hacer solas. El peor brote de artritis que sufrió fue luego de que el medicamento biológico que tomaba falló, lo cual le causó un dolor insoportable que le impedía disfrutar de algo tan sencillo como sentarse a cenar con su familia.
En 2011, la última vez que pudo participar de jingle bell run, llegó a mitad de camino de la pista de 5K, pero no podía seguir y lo tuvieron que subir a un automóvil. Ahora que tiene 30 años, él cree que su hermana, Theresa, que murió sorpresivamente hace un año, lo ayudó a llegar a cruzar la línea de llegada el año pasado. "Theresa me inspiró a mí y a muchas otras personas, por eso dediqué mi campaña de recaudación de fondos a su memoria". Daniel y los "fanáticos de Dan" se pusieron una meta de $20,000 y consiguieron más del doble de ese monto, gracias a una igualación de donaciones.
En la Conferencia de campeones de la Arthritis Foundation en noviembre, Daniel tuvo el placer de ver a su papá, Michael Ortman, recibir el máximo honor de esta organización, el premio Charles B. Harding por su servicio destacado. Michael ha estado profundamente comprometido con nuestra causa desde el primer diagnóstico de Daniel, lo cual incluyó dos años de servicio como presidente de la junta directiva de esta fundación.
Hoy, las cosas marchan bien en la vida de Daniel. Está cursando una carrera en entrenamiento mental y trabaja ayudando a otras personas con discapacidades, mentales y físicas, que padecen una amplía variedad de trastornos. También trabaja con personas que luchan con la rehabilitación para la artritis. Además, tiene una vida social activa. "Logro salir y socializar con otras personas", dice. "Me rodean muchas cosas placenteras. Disfruto del tiempo de caminata y me divierto".
Daniel dice que considera a la artritis como un regalo y una posibilidad para ver el mundo de una manera distinta. "Uno solo es un discapacitado si se lo permite", afirma. "La artritis es una oportunidad para vivir una vida maravillosa. Solo hay que enfrentar el mundo y centrarse en las cosas positivas".
En 2018, Dan prometió cruzar la línea de llegada de su jingle bell run en Ellicott City, Maryland, por primera vez. ¡Y lo logró! "Fue alucinante", dijo Daniel. "Empecé a sentirme muy cansado luego de la primera milla. Pero dije: 'voy a seguir y llegar al otro lado'. Y cuando llegué a la meta, dije: 'Ya no soy un discapacitado. ¡Puedo hacer cualquier cosa!'"
A Daniel le diagnosticaron artritis a los 11 años, al principio con espondilitis anquilosante y luego con artritis psoriásica. Su artritis fue muy agresiva. Encontrar y mantener un tratamiento efectivo fue difícil y afectó mucho su cuerpo. Ha usado una silla de ruedas o un andador durante períodos prolongados y ha requerido asistencia para realizar muchas de las tareas que la mayor parte de las personas toman por sentado que pueden hacer solas. El peor brote de artritis que sufrió fue luego de que el medicamento biológico que tomaba falló, lo cual le causó un dolor insoportable que le impedía disfrutar de algo tan sencillo como sentarse a cenar con su familia.
En 2011, la última vez que pudo participar de jingle bell run, llegó a mitad de camino de la pista de 5K, pero no podía seguir y lo tuvieron que subir a un automóvil. Ahora que tiene 30 años, él cree que su hermana, Theresa, que murió sorpresivamente hace un año, lo ayudó a llegar a cruzar la línea de llegada el año pasado. "Theresa me inspiró a mí y a muchas otras personas, por eso dediqué mi campaña de recaudación de fondos a su memoria". Daniel y los "fanáticos de Dan" se pusieron una meta de $20,000 y consiguieron más del doble de ese monto, gracias a una igualación de donaciones.
En la Conferencia de campeones de la Arthritis Foundation en noviembre, Daniel tuvo el placer de ver a su papá, Michael Ortman, recibir el máximo honor de esta organización, el premio Charles B. Harding por su servicio destacado. Michael ha estado profundamente comprometido con nuestra causa desde el primer diagnóstico de Daniel, lo cual incluyó dos años de servicio como presidente de la junta directiva de esta fundación.
Hoy, las cosas marchan bien en la vida de Daniel. Está cursando una carrera en entrenamiento mental y trabaja ayudando a otras personas con discapacidades, mentales y físicas, que padecen una amplía variedad de trastornos. También trabaja con personas que luchan con la rehabilitación para la artritis. Además, tiene una vida social activa. "Logro salir y socializar con otras personas", dice. "Me rodean muchas cosas placenteras. Disfruto del tiempo de caminata y me divierto".
Daniel dice que considera a la artritis como un regalo y una posibilidad para ver el mundo de una manera distinta. "Uno solo es un discapacitado si se lo permite", afirma. "La artritis es una oportunidad para vivir una vida maravillosa. Solo hay que enfrentar el mundo y centrarse en las cosas positivas".