Odio la artritis, pero amo a alguien que la tiene.
Por Alex Brightman
Si alguien me hubiera dicho hace 10 años atrás que dedicaría una parte de mi vida a llevar a mi esposa al médico en Mineola, Long Island, una vez al mes debido a su artritis, mi primer pensamiento hubiera sido...
«¿Alguien quiso casarse conmigo? ¡Increíble!»
Mi esposa tiene espondiloartritis. Es una enfermedad que provoca inflamación en las articulaciones. En el caso más leve, provoca irritación e incluso picazón. En el peor de los casos, ella lo describe como «un millón de puños pequeñitos golpeándome todos a la vez».
No existe una cura real para su enfermedad, pero hay tratamientos que ayudan a aliviar el dolor, la rigidez y el estrés que la acompañan.
Me siento orgulloso de ella por afrontarla como una campeona.
Pero también me entristece. No puedo evitarlo. La amo. Así que, me compadezco de ella.
Soy actor y escritor, por lo que gran parte de mi carrera y mi vida gira en torno a la simpatía y la empatía. También soy una persona a la que le encanta resolver problemas. Si me da un montón de piezas de Ikea y las instrucciones... tendrá un Kolbjörn perfectamente armado en unas horas.
Cuando mi esposa empezó a tener dolor crónico, intenté empatizar, pero fue inútil. Yo jamás había sentido un dolor crónico. Así que traté de simpatizar, pero sinceramente, no me pareció muy útil. El «creo que comprendo cómo te sientes» solo sirve hasta cierto punto.
Así que decidí verlo como un problema que había que resolver. Le ofrecía masajes, le frotaba la espalda, movía la almohadilla térmica de una habitación a otra, e incluso buscaba bálsamos y cremas que pudieran penetrar lo suficiente como para aliviar su malestar.
Pronto me di cuenta de que no estaba preparado para ello.
También me di cuenta de que la espondiloartritis no solo la afecta a ella, sino también a mí.
Admitirlo es extraño y vulnerable (y, a veces, parece egoísta). Pero es cierto.
A raíz de lo que le sucede a mi esposa, mi vida tuvo que cambiar. Mi horario tuvo que cambiar. Mis expectativas tuvieron que cambiar. Y, a diferencia de ciertas cosas que van y vienen en una relación, esto era algo que no iba a desaparecer.
Así que teníamos que resolverlo juntos. Y, después de casi dos años y medio, todavía intentamos resolverlo.
¿Qué significa apoyar a alguien con artritis? Para mí, significa entender que todo va a ser una curva de aprendizaje. Cuando sacamos a pasear a nuestro perro juntos (cuando ella se siente bien), tengo que caminar más lento para que ella se sienta cómoda. Cuando nos entregan la comida en el edificio, sé que tendré que bajar a buscarla mientras ella tenga la almohadilla térmica. Cuando tiene una cita con el médico, tengo que planificar nuestro día teniendo en cuenta la cita (alquilar el coche, llevarla hasta allí, esperar durante horas, llevarla de vuelta, dejar el coche, etc.).
Algo que desconocía sobre la artritis es que puede afectar a los ojos y a la vista de la persona. Había días en los que apenas podía ver porque la inflamación era muy fuerte y tenía que ponerse gafas de sol dentro de casa. Y, aunque sin duda era un estilo moderno que, a mi parecer, lucía magníficamente, cada vez aprendía más sobre lo mucho que afecta la artritis.
Al principio, todas estas cosas empezaron a acumularse muy rápido, y la situación empezó a ser abrumadora. Y, cuando empecé a sentirme abrumado, me sentí culpable por sentirme así. «¿Por qué me siento frustrado cuando es ella quien de verdad sufre?»
Me llevó un tiempo comprender que está perfectamente bien sentirse abrumado por las dolencias de su pareja. De hecho, probablemente sea bueno sentirse así. Quiere decir que le importa y que le duele lo que le pasa a él o ella.
Ante circunstancias anormales, se necesitan soluciones anormales. Uno se adapta, evoluciona, lo maneja, se esfuerza, y sale adelante, solo que no siempre de la manera como quizá lo imaginó.
Han pasado años desde el primer brote. Hemos tenido días muy buenos (la carrera Jingle Bell Run de la Arthritis Foundation fue uno de los más importantes) y días no tan buenos (molestias y dolores tan fuertes que hasta una frazada liviana la lastima).
Sí, la vida tuvo que cambiar un poco, y posiblemente seguirá cambiando.
Pero lo único que no cambia es mi amor por ella. Estoy maravillado con la fortaleza de mi esposa.
No es difícil amar a alguien con artritis.
Difícil es verla pasar por eso.
Difícil es pasar usted mismo por eso.
Difícil es no ser capaz de empatizar.
Difícil es no ser capaz de resolver el problema.
Muchas cosas son difíciles.
Pero, en verdad, es fácil amar a alguien con artritis. Les digo la razón...
La artritis es algo que mi esposa tiene. Pero por ninguna razón es lo que la define.
La lista de cosas por las cuales me enamoré de mi esposa crece, y crece muy rápido.
Estamos más fuerte que nunca y preparados para lo que venga.
Amo a una maravillosa persona con artritis. Y, lo seguiré haciendo mientras ella me lo permita.
Alex Brightman, actor y escritor, vive en New York City con su esposa, Jenny, quien tiene espondiloartritis.
Si alguien me hubiera dicho hace 10 años atrás que dedicaría una parte de mi vida a llevar a mi esposa al médico en Mineola, Long Island, una vez al mes debido a su artritis, mi primer pensamiento hubiera sido...
«¿Alguien quiso casarse conmigo? ¡Increíble!»
Mi esposa tiene espondiloartritis. Es una enfermedad que provoca inflamación en las articulaciones. En el caso más leve, provoca irritación e incluso picazón. En el peor de los casos, ella lo describe como «un millón de puños pequeñitos golpeándome todos a la vez».
No existe una cura real para su enfermedad, pero hay tratamientos que ayudan a aliviar el dolor, la rigidez y el estrés que la acompañan.
Me siento orgulloso de ella por afrontarla como una campeona.
Pero también me entristece. No puedo evitarlo. La amo. Así que, me compadezco de ella.
Soy actor y escritor, por lo que gran parte de mi carrera y mi vida gira en torno a la simpatía y la empatía. También soy una persona a la que le encanta resolver problemas. Si me da un montón de piezas de Ikea y las instrucciones... tendrá un Kolbjörn perfectamente armado en unas horas.
Cuando mi esposa empezó a tener dolor crónico, intenté empatizar, pero fue inútil. Yo jamás había sentido un dolor crónico. Así que traté de simpatizar, pero sinceramente, no me pareció muy útil. El «creo que comprendo cómo te sientes» solo sirve hasta cierto punto.
Así que decidí verlo como un problema que había que resolver. Le ofrecía masajes, le frotaba la espalda, movía la almohadilla térmica de una habitación a otra, e incluso buscaba bálsamos y cremas que pudieran penetrar lo suficiente como para aliviar su malestar.
Pronto me di cuenta de que no estaba preparado para ello.
También me di cuenta de que la espondiloartritis no solo la afecta a ella, sino también a mí.
Admitirlo es extraño y vulnerable (y, a veces, parece egoísta). Pero es cierto.
A raíz de lo que le sucede a mi esposa, mi vida tuvo que cambiar. Mi horario tuvo que cambiar. Mis expectativas tuvieron que cambiar. Y, a diferencia de ciertas cosas que van y vienen en una relación, esto era algo que no iba a desaparecer.
Así que teníamos que resolverlo juntos. Y, después de casi dos años y medio, todavía intentamos resolverlo.
¿Qué significa apoyar a alguien con artritis? Para mí, significa entender que todo va a ser una curva de aprendizaje. Cuando sacamos a pasear a nuestro perro juntos (cuando ella se siente bien), tengo que caminar más lento para que ella se sienta cómoda. Cuando nos entregan la comida en el edificio, sé que tendré que bajar a buscarla mientras ella tenga la almohadilla térmica. Cuando tiene una cita con el médico, tengo que planificar nuestro día teniendo en cuenta la cita (alquilar el coche, llevarla hasta allí, esperar durante horas, llevarla de vuelta, dejar el coche, etc.).
Algo que desconocía sobre la artritis es que puede afectar a los ojos y a la vista de la persona. Había días en los que apenas podía ver porque la inflamación era muy fuerte y tenía que ponerse gafas de sol dentro de casa. Y, aunque sin duda era un estilo moderno que, a mi parecer, lucía magníficamente, cada vez aprendía más sobre lo mucho que afecta la artritis.
Al principio, todas estas cosas empezaron a acumularse muy rápido, y la situación empezó a ser abrumadora. Y, cuando empecé a sentirme abrumado, me sentí culpable por sentirme así. «¿Por qué me siento frustrado cuando es ella quien de verdad sufre?»
Me llevó un tiempo comprender que está perfectamente bien sentirse abrumado por las dolencias de su pareja. De hecho, probablemente sea bueno sentirse así. Quiere decir que le importa y que le duele lo que le pasa a él o ella.
Ante circunstancias anormales, se necesitan soluciones anormales. Uno se adapta, evoluciona, lo maneja, se esfuerza, y sale adelante, solo que no siempre de la manera como quizá lo imaginó.
Han pasado años desde el primer brote. Hemos tenido días muy buenos (la carrera Jingle Bell Run de la Arthritis Foundation fue uno de los más importantes) y días no tan buenos (molestias y dolores tan fuertes que hasta una frazada liviana la lastima).
Sí, la vida tuvo que cambiar un poco, y posiblemente seguirá cambiando.
Pero lo único que no cambia es mi amor por ella. Estoy maravillado con la fortaleza de mi esposa.
No es difícil amar a alguien con artritis.
Difícil es verla pasar por eso.
Difícil es pasar usted mismo por eso.
Difícil es no ser capaz de empatizar.
Difícil es no ser capaz de resolver el problema.
Muchas cosas son difíciles.
Pero, en verdad, es fácil amar a alguien con artritis. Les digo la razón...
La artritis es algo que mi esposa tiene. Pero por ninguna razón es lo que la define.
La lista de cosas por las cuales me enamoré de mi esposa crece, y crece muy rápido.
Estamos más fuerte que nunca y preparados para lo que venga.
Amo a una maravillosa persona con artritis. Y, lo seguiré haciendo mientras ella me lo permita.
Alex Brightman, actor y escritor, vive en New York City con su esposa, Jenny, quien tiene espondiloartritis.