Le presentamos a Joy Ross, paciente con artritis reumatoide juvenil y Campeona del sí
Cuando vive con artritis, parece enfrentarse continuamente a las cosas que ya no puede hacer, es decir, demasiados No en su vida. Además del dolor, la rigidez y la fatiga constantes, la artritis puede crear problemas de movilidad que interfieren en su carrera, su vida social o las actividades que lo apasionan.
Entonces, ¿qué puede hacer para cambiar eso, para empezar a decir que Sí de nuevo? ¿Qué permite a algunas personas con enfermedades crónicas vivir una vida plena y satisfactoria a pesar de su enfermedad y sus limitaciones?
Son muchos los factores que entran en juego y la situación de cada persona es única, pero una de las cualidades que ayuda a estas personas es algo que cualquiera puede desarrollar: la resiliencia. Los expertos afirman que la capacidad de sortear e incluso aprender de la adversidad nos ayuda a seguir adelante, mental y físicamente, sin importar lo que la vida nos depare.
"Las personas con artritis y enfermedades relacionadas que encuentran una forma de ser resilientes tienden a cumplir su plan de tratamiento con más frecuencia. Controlan mejor su salud y también les resulta más fácil enfrentarse a las situaciones negativas", afirma Rochelle Rosian, MD, reumatóloga de Cleveland Clinic. "La resiliencia permite que la artritis represente una parte de su vida, y no toda", dice.
Hablamos con una persona muy inspiradora que se ha encontrado con muchos obstáculos desde que le diagnosticaron artritis. Ella descubrió cómo convertir el "No" en "Sí", y usted también puede hacerlo.
Una visión verdadera: Joy Ross
36 años, madre, oradora y defensora de las personas con artritis; Portland, Oregon
Joy es la resiliencia personificada. Diagnosticada con artritis reumatoide juvenil (ARJ) y uveítis, una enfermedad ocular, a la edad de 3, "no recuerdo algún momento en el que tuviera la visión completa", dice. Sus síntomas articulares empezaron a agudizarse en la adolescencia, y la artritis acabó obligándola a abandonar la universidad.
Pero sus padres, que siempre la apoyaron, la desafiaron a vivir como los demás niños. Fue a una escuela normal y no a una para niños con problemas de visión, y aprendió a hacer las cosas por sí misma. "Esa habilidad me resultó muy útil después de casarme con mi marido, George, y de tener dos hijas, Georgiana e Isabella", dice Joy.
Pero en diciembre de 2007, su retina comenzó a desprenderse como resultado de un daño relacionado con la uveítis. En 2008, tras una infructuosa intervención quirúrgica para reimplantar su retina, perdió completamente la visión.
"Peor aún", añade, "el mismo año en que me quedé ciega, a mis dos hijas les diagnosticaron artritis reumatoide juvenil, la misma enfermedad que me había robado la visión".
Como resultado de los biológicos que toma, Joy ha tenido más infecciones por estafilococos y hospitalizaciones de las que puede recordar, dice. Pero persiste y se ha convertido en una activa defensora de otras personas con problemas similares.
Gracias a su fe, a su familia y a su perra guía, Antonia, Joy es bastante independiente. "Voy a todas partes con Antonia", dice. "Las niñas y yo vamos al parque y al centro comercial; el otro día hicimos juntas una clase de pintura de cerámica".
Dice que le encanta ayudar a los demás. "Toda nuestra familia es voluntaria en la medida de lo posible. Enseñamos a nuestras hijas a ser defensoras de las personas con artritis, somos voluntarias en campamentos para personas con artritis e incluso hemos ido juntas a Washington, D.C., para abogar por la Arthritis Foundation".
Lo más importante, añade, es que es una madre y un modelo para sus hijas.
A pesar de todos sus obstáculos, "he llegado a ver mis luchas como un regalo", dice Joy. "Me han servido de inspiración para hablar frente a multitudes de personas que tienen problemas similares y darles esperanza. Estas pruebas me han despertado la pasión por defender a las personas con artritis y problemas de visión. Como les digo a los demás, todos tenemos nuestras discapacidades, aunque no sean evidentes. Lo que cuenta es lo que hacemos con ellas".
Joy Ross comparte su historia en la reunión anual de la Arthritis Foundation de 2014.
Entonces, ¿qué puede hacer para cambiar eso, para empezar a decir que Sí de nuevo? ¿Qué permite a algunas personas con enfermedades crónicas vivir una vida plena y satisfactoria a pesar de su enfermedad y sus limitaciones?
Son muchos los factores que entran en juego y la situación de cada persona es única, pero una de las cualidades que ayuda a estas personas es algo que cualquiera puede desarrollar: la resiliencia. Los expertos afirman que la capacidad de sortear e incluso aprender de la adversidad nos ayuda a seguir adelante, mental y físicamente, sin importar lo que la vida nos depare.
"Las personas con artritis y enfermedades relacionadas que encuentran una forma de ser resilientes tienden a cumplir su plan de tratamiento con más frecuencia. Controlan mejor su salud y también les resulta más fácil enfrentarse a las situaciones negativas", afirma Rochelle Rosian, MD, reumatóloga de Cleveland Clinic. "La resiliencia permite que la artritis represente una parte de su vida, y no toda", dice.
Hablamos con una persona muy inspiradora que se ha encontrado con muchos obstáculos desde que le diagnosticaron artritis. Ella descubrió cómo convertir el "No" en "Sí", y usted también puede hacerlo.
Una visión verdadera: Joy Ross
36 años, madre, oradora y defensora de las personas con artritis; Portland, Oregon
Joy es la resiliencia personificada. Diagnosticada con artritis reumatoide juvenil (ARJ) y uveítis, una enfermedad ocular, a la edad de 3, "no recuerdo algún momento en el que tuviera la visión completa", dice. Sus síntomas articulares empezaron a agudizarse en la adolescencia, y la artritis acabó obligándola a abandonar la universidad.
Pero sus padres, que siempre la apoyaron, la desafiaron a vivir como los demás niños. Fue a una escuela normal y no a una para niños con problemas de visión, y aprendió a hacer las cosas por sí misma. "Esa habilidad me resultó muy útil después de casarme con mi marido, George, y de tener dos hijas, Georgiana e Isabella", dice Joy.
Pero en diciembre de 2007, su retina comenzó a desprenderse como resultado de un daño relacionado con la uveítis. En 2008, tras una infructuosa intervención quirúrgica para reimplantar su retina, perdió completamente la visión.
"Peor aún", añade, "el mismo año en que me quedé ciega, a mis dos hijas les diagnosticaron artritis reumatoide juvenil, la misma enfermedad que me había robado la visión".
Como resultado de los biológicos que toma, Joy ha tenido más infecciones por estafilococos y hospitalizaciones de las que puede recordar, dice. Pero persiste y se ha convertido en una activa defensora de otras personas con problemas similares.
Gracias a su fe, a su familia y a su perra guía, Antonia, Joy es bastante independiente. "Voy a todas partes con Antonia", dice. "Las niñas y yo vamos al parque y al centro comercial; el otro día hicimos juntas una clase de pintura de cerámica".
Dice que le encanta ayudar a los demás. "Toda nuestra familia es voluntaria en la medida de lo posible. Enseñamos a nuestras hijas a ser defensoras de las personas con artritis, somos voluntarias en campamentos para personas con artritis e incluso hemos ido juntas a Washington, D.C., para abogar por la Arthritis Foundation".
Lo más importante, añade, es que es una madre y un modelo para sus hijas.
A pesar de todos sus obstáculos, "he llegado a ver mis luchas como un regalo", dice Joy. "Me han servido de inspiración para hablar frente a multitudes de personas que tienen problemas similares y darles esperanza. Estas pruebas me han despertado la pasión por defender a las personas con artritis y problemas de visión. Como les digo a los demás, todos tenemos nuestras discapacidades, aunque no sean evidentes. Lo que cuenta es lo que hacemos con ellas".
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