Una versión de usted nueva y mejorada con la reducción del estrés basada en el cuerpo y la mente
Por Lauren Brooke
¿Alguna vez deseó transportar la energía de su mente a un estado de calma y tranquilidad? Si respondió que sí, entonces la MBSR podría ser el camino correcto para usted. MBSR es la sigla que se utiliza para denominar la reducción del estrés basada en el cuerpo y la mente, y, como participante, puedo decir que ciertamente lo es. El curso de MBSR, desarrollado originalmente en el Centro Médico de la Universidad de Massachusetts en la década de 1970 por el profesor Jon Kabat-Zinn, fue diseñado para que los participantes tomen consciencia de la conexión entre el cuerpo y la mente, y para que, a través de diversas prácticas, logren la atención plena. A medida que explora la respiración, la meditación y los movimientos conscientes del cuerpo, puede aprender nuevas herramientas no solo para reducir el estrés, sino también para estar presente en cada momento.
Como una persona que ha vivido con artritis desde la adolescencia, conozco bien los efectos que el estrés puede tener sobre mi cuerpo. El estrés provoca más dolor, rigidez, el miedo siempre inminente de sufrir un brote y más. También aumenta mi ansiedad y me hace sentir que estoy en un círculo vicioso con mis propios pensamientos, que no siempre es el mejor lugar en el que estar. Precisamente por estos motivos, decidí inscribirse en el curso de ocho semanas, con la esperanza de convertirme en una versión nueva y mejorada de mi persona.
Al principio, no estaba segura de qué esperar; había probado la meditación y el yoga anteriormente, y no obtuve mucho de ello. Estas prácticas parecían fantásticas en teoría, pero, en aplicaciones de la vida real, eran muy difíciles. Entonces, ¿qué sería diferente esta vez? La respuesta: todo. En lugar de intentar clases de yoga o meditación en persona, lo que, a menudo, tenía como resultado posiciones o sillas incómodas, este curso se ofrecía por Zoom. ¡Esto significaba que podía participar desde la comodidad de mi hogar y en mi silla cómoda! Luego, uno tiene la opción de encender y apagar las cámaras. ¿Quiere cerrar los ojos y concentrarse en la respiración sin preocuparse por si otras personas lo están observando? Tiene la libertad de hacerlo. ¿Quiere usar ropa cómoda o incluso su pijama? Como desee. A mí me gustó tener estas opciones, y eso realmente mejoró mucho mi experiencia.
Ahora, hablemos de la energía del instructor y los participantes que estuvo presente a lo largo de todo el curso. Si piensa que esa energía no puede sentirse por Zoom, está equivocado. Desde la primera clase, el instructor crea un espacio seguro y en el que no se juzga. Se acepta completamente la persona que es usted, tal cual es, sin ningún juicio. Suena sorprendente, ¿cierto? Bueno, ¡realmente lo es! Mis compañeros eran facilitadores del Grupo de conexión de Live Yes! o cuidadores de una persona con artritis. Esta conformación creaba un refugio para las personas que verdaderamente entienden cómo es vivir con artritis… lo entienden. ¿Es algo que usted anhela? ¿Que lo vean y lo comprendan? Para mí, era fundamental, y lo encontré en esta cohorte. Teníamos la libertad de explorar nuestros sentimientos y conversar sobre nuestras experiencias sin ser juzgados. Además, el instructor nos respetaba y dignificaba muchísimo. No nos hacía sentir que éramos solo pacientes, ¡sino guerreros fuertes de quienes quería aprender!
Además, mediante el uso de escaneos corporales, aprendí a dar nombre a las sensaciones que sentía como justamente eso: sensaciones corporales. En lugar de pensar que lo que sentía era catastrófico o enredarme en la preocupación de una sensación, ahora puedo decir con calma que esta es una sensación que pasará y, con el tiempo, así es. Al aprender cómo concentrarme en mi respiración durante las meditaciones y usar eso como ancla cuando estoy estresada, puedo recuperar una sensación de estar centrada. Cuando practico yoga, puedo honrar mi cuerpo y darle la liberación que necesita a través de diversas posiciones para aliviar la rigidez muscular.
Pero, tal vez, una de las mejores cosas que aprendí como estudiante es que yo controlo mi propia persona. No lo hacen otras personas ni mi artritis, sino yo.La MBSR me enseñó que tengo la posibilidad de elegir. Tengo la posibilidad de elegir cómo quiero responder al estrés. Al elegir, no solo puedo tener más soluciones, sino que estoy empoderada.
Como graduada, ahora puedo practicar la atención plena a diario. Está arraigado en mi mente estar presente en cada momento. Decir que la MBSR me permitió ser una versión nueva y mejorada de mi persona, sería no hacerle justicia. Me ha cambiado la vida, y me sentiré agradecida para siempre por esta oportunidad increíble.
Lauren Brooke es facilitadora del Grupo de conexión de Live Yes! en el condado de Monmouth, New Jersey. Le apasiona la concientización sobre la artritis y las discapacidades invisibles. Como escritora, se centra en escribir sobre su camino de cómo es vivir con artritis.
¿Alguna vez deseó transportar la energía de su mente a un estado de calma y tranquilidad? Si respondió que sí, entonces la MBSR podría ser el camino correcto para usted. MBSR es la sigla que se utiliza para denominar la reducción del estrés basada en el cuerpo y la mente, y, como participante, puedo decir que ciertamente lo es. El curso de MBSR, desarrollado originalmente en el Centro Médico de la Universidad de Massachusetts en la década de 1970 por el profesor Jon Kabat-Zinn, fue diseñado para que los participantes tomen consciencia de la conexión entre el cuerpo y la mente, y para que, a través de diversas prácticas, logren la atención plena. A medida que explora la respiración, la meditación y los movimientos conscientes del cuerpo, puede aprender nuevas herramientas no solo para reducir el estrés, sino también para estar presente en cada momento.
Como una persona que ha vivido con artritis desde la adolescencia, conozco bien los efectos que el estrés puede tener sobre mi cuerpo. El estrés provoca más dolor, rigidez, el miedo siempre inminente de sufrir un brote y más. También aumenta mi ansiedad y me hace sentir que estoy en un círculo vicioso con mis propios pensamientos, que no siempre es el mejor lugar en el que estar. Precisamente por estos motivos, decidí inscribirse en el curso de ocho semanas, con la esperanza de convertirme en una versión nueva y mejorada de mi persona.
Al principio, no estaba segura de qué esperar; había probado la meditación y el yoga anteriormente, y no obtuve mucho de ello. Estas prácticas parecían fantásticas en teoría, pero, en aplicaciones de la vida real, eran muy difíciles. Entonces, ¿qué sería diferente esta vez? La respuesta: todo. En lugar de intentar clases de yoga o meditación en persona, lo que, a menudo, tenía como resultado posiciones o sillas incómodas, este curso se ofrecía por Zoom. ¡Esto significaba que podía participar desde la comodidad de mi hogar y en mi silla cómoda! Luego, uno tiene la opción de encender y apagar las cámaras. ¿Quiere cerrar los ojos y concentrarse en la respiración sin preocuparse por si otras personas lo están observando? Tiene la libertad de hacerlo. ¿Quiere usar ropa cómoda o incluso su pijama? Como desee. A mí me gustó tener estas opciones, y eso realmente mejoró mucho mi experiencia.
Ahora, hablemos de la energía del instructor y los participantes que estuvo presente a lo largo de todo el curso. Si piensa que esa energía no puede sentirse por Zoom, está equivocado. Desde la primera clase, el instructor crea un espacio seguro y en el que no se juzga. Se acepta completamente la persona que es usted, tal cual es, sin ningún juicio. Suena sorprendente, ¿cierto? Bueno, ¡realmente lo es! Mis compañeros eran facilitadores del Grupo de conexión de Live Yes! o cuidadores de una persona con artritis. Esta conformación creaba un refugio para las personas que verdaderamente entienden cómo es vivir con artritis… lo entienden. ¿Es algo que usted anhela? ¿Que lo vean y lo comprendan? Para mí, era fundamental, y lo encontré en esta cohorte. Teníamos la libertad de explorar nuestros sentimientos y conversar sobre nuestras experiencias sin ser juzgados. Además, el instructor nos respetaba y dignificaba muchísimo. No nos hacía sentir que éramos solo pacientes, ¡sino guerreros fuertes de quienes quería aprender!
Además, mediante el uso de escaneos corporales, aprendí a dar nombre a las sensaciones que sentía como justamente eso: sensaciones corporales. En lugar de pensar que lo que sentía era catastrófico o enredarme en la preocupación de una sensación, ahora puedo decir con calma que esta es una sensación que pasará y, con el tiempo, así es. Al aprender cómo concentrarme en mi respiración durante las meditaciones y usar eso como ancla cuando estoy estresada, puedo recuperar una sensación de estar centrada. Cuando practico yoga, puedo honrar mi cuerpo y darle la liberación que necesita a través de diversas posiciones para aliviar la rigidez muscular.
Pero, tal vez, una de las mejores cosas que aprendí como estudiante es que yo controlo mi propia persona. No lo hacen otras personas ni mi artritis, sino yo.La MBSR me enseñó que tengo la posibilidad de elegir. Tengo la posibilidad de elegir cómo quiero responder al estrés. Al elegir, no solo puedo tener más soluciones, sino que estoy empoderada.
Como graduada, ahora puedo practicar la atención plena a diario. Está arraigado en mi mente estar presente en cada momento. Decir que la MBSR me permitió ser una versión nueva y mejorada de mi persona, sería no hacerle justicia. Me ha cambiado la vida, y me sentiré agradecida para siempre por esta oportunidad increíble.
Lauren Brooke es facilitadora del Grupo de conexión de Live Yes! en el condado de Monmouth, New Jersey. Le apasiona la concientización sobre la artritis y las discapacidades invisibles. Como escritora, se centra en escribir sobre su camino de cómo es vivir con artritis.