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Conozca a un baterista que le está ganando a la artritis a puro golpe

Steve Michaels es un joven que ha pasado por mucho y que enfrentó los desafíos de la artritis mientras crecía. Actualmente, es un empresario exitoso que desea inspirar a otros para que emprendan su propio camino.

Cuando tenía unos 3 años, los síntomas de Steve Michaels aparecieron en sus rodillas y, al poco tiempo, se le diagnosticó artritis reumatoide juvenil. A los 7 años, el dolor se había extendido rápidamente a todas las articulaciones de su cuerpo. «Entre los 7 y los 11 años, prácticamente viví en el Miami Children's Hospital debido a mis brotes», dice. «Los baños con hielo eran algo normal cada día; la terapia, tres veces al día. Así crecí».

Steve tenía fiebres altas, escalofríos, sudoración y rigidez en las articulaciones frecuentemente. Y además, "el bloqueo, es decir, no poder moverse. Moverse duele tanto que quiere llorar, o sencillamente no puede moverse». Tomó numerosos medicamentos, entre ellos, inyecciones (hasta nueve a la semana) y esteroides. «Me dieron un séquito de medicamentos desde muy joven. Sin duda fui un conejillo de indias», dice.
 
Steve a menudo se sentía solo. «Veía a mis amigos en los pasamanos o tirándose por el tobogán del parque, y yo los miraba desde el banquillo por mis limitaciones». Aun así, tenía que sacar la basura, lavar los platos y realizar otras tareas básicas como los demás niños.
 
«No siempre fueron momentos felices», recuerda. «Se burlaban de mí, se metían conmigo, me acosaban. Pero siempre tuve buenos amigos que me apoyaban y decían: "No te metas con Steve-O porque es diferente". No me veían como un discapacitado. Soy más capaz que muchas personas».
 
«No pude caminar sin ayuda durante dos años».
 
A Steve le han reemplazado las dos rodillas y los dos codos. Además, un cirujano novato le operó las piernas y las caderas, lo que casi lo dejó inmóvil. «Justo al salir del quirófano, me colocaron yeso en ambas piernas dobladas, así que los talones me tocaban los glúteos. «Me tuvieron así durante cuatro meses», cuenta. «Cuando me quitaron el yeso, mis piernas estaban atrofiadas. Estaban paralizadas, dobladas a 120 grados. No podía enderezar las piernas para levantarme. Tuve que pasar dos años en terapia agresiva y entrenamiento en el gimnasio para volver a estar como antes».
 
«Para todos fue una gran sorpresa que yo estuviera en silla de ruedas el año anterior y, luego, estuviera de pie», añade. «Desde que estaba en el segundo año de secundaria, mi meta era ponerme de pie y caminar sin ayuda». Estaba en una banda y tocaba cuatro o cinco noches a la semana. «Me subía al escenario, me bajaba de la silla de ruedas, tomaba la batería y tocaba un concierto completo».
 
La pasión de Steve por la batería comenzó cuando recibió su primera batería a los 13 años. «Se convirtió en mi talento», dice. «En la escuela, practiqué el jazz, la orquesta y la banda de música. Aprendí todos los rudimentos y la estructura básica. Después, comencé a tocar en vivo la música que el público quería escuchar».

Steve (a la derecha) con su amigo de la infancia, Joe, en el evento local Camine para curar la artritis.

Inventó sus propios trucos para superar los obstáculos.

Esta enfermedad llevó a Steve a idear sus propias maneras de superar los obstáculos. «Me las ingeniaba para lograr hacer las cosas, y lo sigo haciendo hasta hoy», comenta. «Por ejemplo, si no podía sacar la basura, ponía la basura en mi silla de oficina y la sacaba. No puedo agacharme para recoger algo del suelo, por ejemplo, mis llaves. Pero soy un profesional para equilibrarlas sobre mi pie, lanzarlas al aire y atraparlas. Descubrí cómo agacharme sin agacharme. Siempre hay un modo de hacer las cosas».
 
Steve comenzó a colaborar con la Arthritis Foundation cuando tenía unos 9 años. Durante cuatro veranos, asistió a Boggy Creek, nuestro campamento para niños con AJ. Cuando tenía 11 o 12 años, participó en el evento "Magic of Caring Fashion Show" para recaudar fondos. Y, en la secundaria, participó en un evento de recaudación de fondos llamado "Rock Your Bones", en el que recaudó, en un montón de propinas, $10,000 para la Fundación.
 
«La Arthritis Foundation es como un hogar para mí», comenta. Son personas a las que se puede recurrir, con las que se puede hablar, con las que se pueden intercambiar ideas. Es muy motivador que la Fundación haga eso, además de intentar encontrar una cura, que es la meta final. No queremos más artritis».
 
Tenemos la capacidad de adaptarnos y hacer cambios.
 
Ahora, a sus 35 años, Steve siente que ha alcanzado un estado óptimo con su cuerpo y su mente, y comprende lo que le gusta y lo que no le gusta a su cuerpo. «El cliché que dice que ''el cuerpo es un templo'' es tan cierto con una deficiencia autoinmune. Debe tomar en cuenta las cosas que son buenas para usted y las que no lo son. Su cuerpo es diferente al de los demás. Cada cuerpo necesita algo distinto».
 
¿Qué consejo le daría Steve a otras personas que luchan contra la artritis, sea cual sea su edad, para superar los obstáculos? «Este fue el destino que nos tocó», señala. «Lo que lo hace único, en mi opinión, es nuestra capacidad para adaptarnos y aceptar el cambio. Porque nuestros cuerpos cambian constantemente, para bien o para mal».
 
«En lugar de obstáculos, veo todas las cosas que tenemos que afrontar como un objetivo más que aún no he alcanzado. Cada vez que algo se interpone en mi camino, o cuando no puedo hacer algo, solo busco la manera de hacerlo a mi modo, y lo que me funciona».
 
«Yo no puedo saltar con una bicicleta BMX y hacer una voltereta, pero mis amigos sí», dice. «Puedo armar mi batería en el garaje y tocar para ellos mientras se divierten y saltan por las rampas. Pongo la música de fondo, tocando la batería en el garaje. Hago algo que me encanta».
 
«Nada es imposible. Es posible para mí. Nunca se rinda y descúbralo. Siempre hay alguna otra manera de hacerlo. Solo tiene que descubrirlo».
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