Travis Salmon
A finales de mis años 20, me diagnosticaron inesperadamente una artrosis (OA) en fase terminal en el tobillo y me dijeron que, en algún momento, tendrían que fusionarme el tobillo. La noticia fue un shock total para alguien que recién terminaba sus estudios en la facultad de derecho y jugaba al baloncesto varias veces a la semana. Como antiguo atleta universitario, me sentí desolado por la posibilidad de no poder jugar al baloncesto con mis propios hijos.
Durante 15 años, intenté de todo para evitar la cirugía de fusión de tobillo. La posibilidad de tener que hacerlo me asustaba. Imaginaba un futuro en el que no podría mover el tobillo de forma permanente y estaba decidido a evitar la cirugía.
Superar retos emocionales y mentales
Durante este periodo, el dolor físico fue una parte importante de mi proceso. Pero los aspectos emocionales y mentales de OA fueron igual de desafiantes. El diagnóstico realmente limitó lo que podía hacer con mi familia. Todos los días me preguntaba cómo me las arreglaría para hacer cosas sencillas, como ir de compras o llevar a mis hijos de un lado a otro. Cuando se trataba de viajes familiares, planificaba todas las vacaciones en torno a actividades que no implicaran mucho movimiento.
Mientras buscaba desesperadamente un recurso completo para conocer los tratamientos y las opciones para controlar mi enfermedad, probé todos los tratamientos disponibles para la OA. Probé desde la terapia con células madre hasta dispositivos de asistencia, y participé en ensayos clínicos. Durante este tiempo, también empecé a trabajar como voluntario en la Arthritis Foundation de Greater Kansas City (AFGKC) y finalmente me uní a su junta directiva. Al compartir mi historia con los jóvenes y hablar sobre la superación de los retos de la artritis alcancé una profunda sensación de propósito y conexión.
Después de agotar mis opciones para manejar la OA sin cirugía, finalmente me sometí a una terapia de fusión de tobillo, que prácticamente curó mi dolor causado por la artritis. Estoy tan agradecido por eso. Ha cambiado mi vida para mejor. La recuperación me llevó mas o menos un año. Hoy puedo caminar, correr, trotar y hacer cosas que no había podido hacer durante 20 años.
Encontrar mi comunidad
Mi proceso para controlar el dolor ha sido largo y ha tenido varios altibajos. Y hasta que descubrí la Arthritis Foundation, también fue solitario. Ahora, como defensor de los pacientes, trabajo para garantizar que puedan acceder de forma más rápida y fácil a la gran cantidad de recursos que ofrece la Arthritis Foundation.
Mediante la Arthritis Foundation, tengo todos los recursos necesarios al alcance de la mano, incluidas opciones de tratamiento, consejos para controlar el dolor, sugerencias de actividades físicas y grupos y eventos locales con los que puedo ponerme en contacto aquí mismo, en mi propia comunidad. También hago un seguimiento del dolor entre las citas con el médico, lo que me ayuda a tener conversaciones más precisas e informativas cuando han pasado meses desde que hablamos con mi médico. Ojalá hubiera tenido acceso a esta herramienta hace 20 años, cuando me enteré de mi diagnóstico. Toda persona que esté pasando por este proceso tiene que saber que no tiene que pasar años buscando soluciones y educándose sola, como hice yo.
En la actualidad, llevo una vida activa como abogado litigante y padre de dos hijos, al margen de mi función como miembro del Consejo de Liderazgo de Pacientes. Aunque no puedo jugar al baloncesto al mismo nivel que lo hacía en la universidad, sigo siendo físicamente activo: nado, ando en bicicleta, camino y levanto pesas. Para los jóvenes diagnosticados con artritis: Mi deseo es que lleven una vida sana y activa y, sobre todo, que se rodeen del apoyo y los recursos necesarios para seguir adelante, incluso en los momentos difíciles.