Hermanos baten récords y se enfrentan a un pato gigantesco y a olas de 5 pies en una travesía a nado por el lago Erie
Dijeron que iban a hacerlo, y vaya que lo lograron, ¡en tiempo récord!
A principios de este año, los hermanos Tom y Greg Van Volkenburg decidieron que iban a cruzar nadando el lago Erie, una distancia de 24.3 millas, en honor a su madre, Debbie, que ha luchado contra la artritis reumatoide (AR) durante la mayor parte de su vida.
Mire un video de Tom y Greg terminando de cruzar a nado el lago Erie.
Para la mayoría de las personas, la sola idea de cruzar nadando el 11.o lago más grande del mundo es una locura absoluta. Pero para Tom y Greg, que compitieron en natación cuando estaban en la universidad, era un desafío que creían posible de superar y una excelente manera de rendir homenaje a su madre, además de concientizar sobre la artritis al mismo tiempo y ayudar a la Arthritis Foundation.
Cruzar a nado el lago Erie es aún más difícil de lo que parece. No se trata solo de ponerse la malla y lanzarse al agua. Además de necesitar varios meses de arduo entrenamiento físico y mental, los hermanos tuvieron que pedirles permiso a las autoridades canadienses y estadounidenses, reclutar a una gran cantidad de voluntarios para que los siguieran en kayaks y botes, y los acompañaran en la costa, coordinar con el personal de primeros auxilios para que estuvieran listos, y luego elegir un día que no solo tuviera condiciones climáticas favorables, sino también cuando hubiera pocas embarcaciones de carga navegando por la zona.
"Teníamos un plazo de tres semanas para encontrar un día que pareciera bueno", explica Greg. "La primera semana, el agua estaba tan fría que apenas podíamos meter los dedos de los pies. Por tratarse de una actividad de nado con permiso oficial, no se permitían los trajes de neopreno. El agua a 56 grados no tarda mucho en dejar a una persona inconsciente, así que tuvimos que esperar".
La segunda semana tampoco resultó buena. Había ráfagas de viento de 35 millas por hora que generaban olas enormes y agitaban el agua fría.
Hasta que llegó el lunes 31 de julio. Las condiciones climáticas no eran ideales, pero a Tom y a mí nos parecieron lo suficientemente buenas. Y se metieron al agua, braceando y pateando desde Canadá hasta los EE. UU.
En algún punto cerca de la mitad del recorrido, el clima cambió. Arreció el viento y alcanzó ráfagas de 12 a 21 millas por hora, lo que generaba olas de 4 a 5 pies de altura.
"Todo el tiempo estábamos atentos a la siguiente ola", explica Greg. "Con cada ola, nos sumergíamos o pasábamos por arriba. Si no calculábamos bien el tiempo, nos empujaba hacia atrás. Estuvimos todo el día luchando contra las olas".
Y luego, de la nada, apareció un pato. Flotaba con una altura imponente de 5 pies y miraba a los hermanos como desafiándolos a continuar.
"En el medio del lago Erie, vemos a este pato gigante", cuenta Greg entre risas. "Por suerte, era solo un inflable. Lo atamos a la popa del bote y lo remolcamos el resto del camino".
A medida que Tom y Greg se acercaban a la costa, les dolía el cuerpo y se sentían mentalmente agotados. Para entrar en modo de descanso y recuperación, comenzaron a nadar estilo espalda y a relajarse, con la idea de ver a la multitud que los esperaba mientras se acercaban a tierra firme. Entonces, un integrante de la tripulación del bote que los acompañaba les informó que estaban muy cerca de romper el récord del cruce a nado más rápido del lago Erie. Cargados de energía, los hermanos se dieron vuelta y completaron el cruce en 11 horas, 15 minutos y 40 segundos. Así, rompieron el récord anterior por 60 segundos.
Aunque fue destacable el hecho de que rompieran un récord, un objetivo mucho más significativo les dio impulso para llevar a cabo la hazaña.
"Todo el tiempo mientras nadábamos, pensábamos en mamá", afirma Tom. "La meta principal era hacer esto por ella. Devolverle algo de todo lo que nos dio. Estaba en nuestros pensamientos todo el tiempo. Todas las dificultades que atravesó mientras crecíamos... cuando ocultaba su enfermedad para que no nos preocupáramos. Si ella pudo hacer eso, estar a nuestro lado desde que nacimos hasta que terminamos este cruce a nado, entonces creo que ambos estábamos entusiasmados de hacer esto por ella, de llegar a la costa y darle un gran abrazo".
Y eso es exactamente lo que hicieron.
Tom y Greg crearon una página para recaudar fondos como parte de la experiencia del cruce a nado y del homenaje a su madre. Hasta ahora, recaudaron casi $7,000, todo para apoyar los programas y los estudios de investigación de la Arthritis Foundation. Obtenga más información sobre el cruce a nado con el que rompieron un récord o haga una donación en su sitio web.
Recursos relacionados:
A principios de este año, los hermanos Tom y Greg Van Volkenburg decidieron que iban a cruzar nadando el lago Erie, una distancia de 24.3 millas, en honor a su madre, Debbie, que ha luchado contra la artritis reumatoide (AR) durante la mayor parte de su vida.
Mire un video de Tom y Greg terminando de cruzar a nado el lago Erie.
Para la mayoría de las personas, la sola idea de cruzar nadando el 11.o lago más grande del mundo es una locura absoluta. Pero para Tom y Greg, que compitieron en natación cuando estaban en la universidad, era un desafío que creían posible de superar y una excelente manera de rendir homenaje a su madre, además de concientizar sobre la artritis al mismo tiempo y ayudar a la Arthritis Foundation.
Cruzar a nado el lago Erie es aún más difícil de lo que parece. No se trata solo de ponerse la malla y lanzarse al agua. Además de necesitar varios meses de arduo entrenamiento físico y mental, los hermanos tuvieron que pedirles permiso a las autoridades canadienses y estadounidenses, reclutar a una gran cantidad de voluntarios para que los siguieran en kayaks y botes, y los acompañaran en la costa, coordinar con el personal de primeros auxilios para que estuvieran listos, y luego elegir un día que no solo tuviera condiciones climáticas favorables, sino también cuando hubiera pocas embarcaciones de carga navegando por la zona.
"Teníamos un plazo de tres semanas para encontrar un día que pareciera bueno", explica Greg. "La primera semana, el agua estaba tan fría que apenas podíamos meter los dedos de los pies. Por tratarse de una actividad de nado con permiso oficial, no se permitían los trajes de neopreno. El agua a 56 grados no tarda mucho en dejar a una persona inconsciente, así que tuvimos que esperar".
La segunda semana tampoco resultó buena. Había ráfagas de viento de 35 millas por hora que generaban olas enormes y agitaban el agua fría.
Hasta que llegó el lunes 31 de julio. Las condiciones climáticas no eran ideales, pero a Tom y a mí nos parecieron lo suficientemente buenas. Y se metieron al agua, braceando y pateando desde Canadá hasta los EE. UU.
En algún punto cerca de la mitad del recorrido, el clima cambió. Arreció el viento y alcanzó ráfagas de 12 a 21 millas por hora, lo que generaba olas de 4 a 5 pies de altura.
"Todo el tiempo estábamos atentos a la siguiente ola", explica Greg. "Con cada ola, nos sumergíamos o pasábamos por arriba. Si no calculábamos bien el tiempo, nos empujaba hacia atrás. Estuvimos todo el día luchando contra las olas".
Y luego, de la nada, apareció un pato. Flotaba con una altura imponente de 5 pies y miraba a los hermanos como desafiándolos a continuar.
"En el medio del lago Erie, vemos a este pato gigante", cuenta Greg entre risas. "Por suerte, era solo un inflable. Lo atamos a la popa del bote y lo remolcamos el resto del camino".
A medida que Tom y Greg se acercaban a la costa, les dolía el cuerpo y se sentían mentalmente agotados. Para entrar en modo de descanso y recuperación, comenzaron a nadar estilo espalda y a relajarse, con la idea de ver a la multitud que los esperaba mientras se acercaban a tierra firme. Entonces, un integrante de la tripulación del bote que los acompañaba les informó que estaban muy cerca de romper el récord del cruce a nado más rápido del lago Erie. Cargados de energía, los hermanos se dieron vuelta y completaron el cruce en 11 horas, 15 minutos y 40 segundos. Así, rompieron el récord anterior por 60 segundos.
Aunque fue destacable el hecho de que rompieran un récord, un objetivo mucho más significativo les dio impulso para llevar a cabo la hazaña.
"Todo el tiempo mientras nadábamos, pensábamos en mamá", afirma Tom. "La meta principal era hacer esto por ella. Devolverle algo de todo lo que nos dio. Estaba en nuestros pensamientos todo el tiempo. Todas las dificultades que atravesó mientras crecíamos... cuando ocultaba su enfermedad para que no nos preocupáramos. Si ella pudo hacer eso, estar a nuestro lado desde que nacimos hasta que terminamos este cruce a nado, entonces creo que ambos estábamos entusiasmados de hacer esto por ella, de llegar a la costa y darle un gran abrazo".
Y eso es exactamente lo que hicieron.
Tom y Greg crearon una página para recaudar fondos como parte de la experiencia del cruce a nado y del homenaje a su madre. Hasta ahora, recaudaron casi $7,000, todo para apoyar los programas y los estudios de investigación de la Arthritis Foundation. Obtenga más información sobre el cruce a nado con el que rompieron un récord o haga una donación en su sitio web.
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