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11 factores de riesgo de la artritis reumatoide y qué puede hacer para evitarlos

Usted puede tomar medidas para prevenir esta enfermedad autoinmune. Aquí le contamos lo que debe saber.

Por Linda Rath | 14 de diciembre de 2022

Si uno de sus padres o un pariente cercano padece artritis reumatoide (AR) -una enfermedad autoinmune potencialmente discapacitante- tal vez se pregunte si usted también la desarrollará. La respuesta es que probablemente no. Se puede heredar la predisposición a padecer AR, pero no la enfermedad en sí. Según el American College of Rheumatology (ACR), los familiares de personas con AR tienen un 0.8% de riesgo de padecerla, frente al 0.5% de las personas sin antecedentes familiares.  

Seguramente ha escuchado que la heredabilidad de la AR se sitúa en torno al 60%; eso no significa que las estadísticas del ACR sean erróneas. La heredabilidad es una estimación del grado en que los genes explican el riesgo de enfermedad en una población. El sesenta por ciento de heredabilidad no significa que el 60% de los casos de AR sean hereditarios; significa que los genes son responsables de más de la mitad de la predisposición a la AR encontrada en los europeos del norte, que dominan la mayoría de los estudios genéticos. También está cada vez más claro que el riesgo genético de padecer AR varía entre razas y etnias. 

La mayoría de los científicos creen que la AR, aunque no se comprende bien, suele ser el resultado entre la interacción de la predisposición genética y los factores ambientales y de estilo de vida. Una corriente de pensamiento cada vez más importante se centra también en la epigenética. Se refiere al modo en que factores como la dieta o el ejercicio cambian el funcionamiento de los genes. Aunque los cambios epigenéticos no alteran el ADN, pueden transmitirse a generaciones futuras. Hay ciertos factores de riesgo de la artritis reumatoide que no se pueden cambiar, pero otros sí se pueden controlar.

Factores de riesgo de la AR que no puede controlar
  • Edad. La sabiduría convencional dice que la probabilidad de padecer AR aumenta con la edad. Sin embargo, los expertos afirman que la AR que se desarrolla después de los 60 años -denominada AR de inicio tardío- es diferente de la AR en personas más jóvenes. Además, el riesgo a medida que usted envejece puede no ser tan grande como se pensaba en un principio; las investigaciones actuales demuestran que los anticuerpos de la AR se desarrollan muchos años antes de que aparezcan los síntomas.
  • Sexo biológico. La AR es mucho más frecuente en las personas nacidas con sexo femenino que en las nacidas con sexo masculino. A menudo se atribuye esta disparidad a las hormonas, sobre todo porque la AR puede mejorar o empeorar con los cambios hormonales. Sin embargo, los estudios sobre la relación entre la AR y las hormonas sexuales arrojan resultados dispares. Las teorías más recientes se centran en la respuesta inmunitaria más robusta que tienen las mujeres a las infecciones, que genera más anticuerpos, y en las diferencias en el sistema inmunitario innato. 
  • Sus genes. Cientos de variantes genéticas, especialmente un marcador genético denominado epítopo compartido, están asociadas a la AR, pero su función exacta no está clara. Muchas personas que tienen estas variantes genéticas nunca desarrollan AR, mientras que otras que no las tienen padecen artritis u otras enfermedades autoinmunes. Los genes pueden influir en la progresión de la AR o en la respuesta al tratamiento, pero por sí solos no bastan para causar la enfermedad. 
Factores de riesgo medioambientales

No siempre se pueden evitar los factores de riesgo medioambientales, como las infecciones y las toxinas, pero es importante saber que pueden desencadenar la AR, sobre todo en personas genéticamente susceptibles.
  • Infecciones. El virus de Epstein-Barr, Escherichia coli (E. coli) y la hepatitis C se han sugerido como posibles causas de autoinmunidad y AR. Una teoría es que el sistema inmunitario reacciona de forma exagerada a las infecciones, creando una inflamación crónica y, en última instancia, artritis autoinmune. Algunos científicos también creen que puede haber reactividad cruzada entre determinados anticuerpos y las células sanas. Normalmente, los anticuerpos solo atacan a un único antígeno, pero los anticuerpos producidos contra Epstein-Barr, por ejemplo, también pueden atacar al tejido normal.
  • Toxinas. Muchas toxinas, contaminantes y sustancias químicas diferentes se han relacionado con la AR, pero no todas están probadas. Entre los que tienen una asociación clara se encuentran el humo de segunda mano, el amianto, el polvo de sílice y los pesticidas. Se sabe que la inflamación pulmonar crónica provoca la formación de autoanticuerpos, y los científicos especulan con la posibilidad de que se desplacen desde los pulmones a lugares distantes, incluidas las articulaciones. Es probable que haya muchas más toxinas implicadas en la AR, pero se necesita más investigación para encontrar a los peores agresores. 
  • Traumas infantiles. La violencia, los malos tratos y el abandono en la infancia se relacionan cada vez más con la AR en la edad adulta. Se sabe que la angustia emocional desencadena una respuesta inmunológica que puede provocar enfermedades autoinmunes. También es uno de los factores que influyen en el dolor y otros síntomas de la artritis. En un estudio se observó que los adultos con AR y antecedentes de traumas infantiles presentaban significativamente más dolor que los pacientes similares sin antecedentes traumáticos.
Factores de riesgo relacionados con el estilo de vida

Un estilo de vida saludable puede ayudar a prevenir la AR, sea cual sea su riesgo genético. Algunos reumatólogos afirman que el nuevo paradigma de la AR consiste en tratarla como una enfermedad prevenible, al igual que las enfermedades cardíacas, en parte porque es posible controlar algunos factores de riesgo comunes, entre ellos: 
  • Tabaquismo. El humo del tabaco es un conocido factor de riesgo de la AR, así como de las enfermedades cardíacas y otras enfermedades crónicas. Interviene en la transición de la AR preclínica (cuando se tienen autoanticuerpos pero no síntomas) a la enfermedad propiamente dicha.  Puede incluso desencadenar AR en alguien que no sea genéticamente susceptible, especialmente en aquellos que fuman al menos un paquete al día durante 20 años o más. Si ya padece AR, fumar puede reducir la eficacia del tratamiento y agravar los síntomas.
  • Obesidad: El exceso de peso puede desencadenar una inflamación sistémica porque las células grasas liberan unas proteínas inflamatorias llamadas citoquinas, que desempeñan un papel fundamental en la destrucción del tejido articular. Cuantas más células grasas tenga, más citoquinas producirá su organismo. El sobrepeso o la obesidad también reducen las probabilidades de responder adecuadamente a los medicamentos para la artritis o de lograr la remisión de la enfermedad. 
  • Enfermedades de las encías. Ahora está bien establecido que la enfermedad de las encías es un factor causante de la AR, así como de enfermedades pulmonares, cardíacas y Alzheimer. Su boca tiene más de 700 especies de bacterias. La mayoría de los microbios son beneficiosos y ayudan a mantener a raya a las bacterias nocivas. Cuando las bacterias nocivas anulan estas defensas, se puede desarrollar gingivitis y cáncer oral. También puede aspirar bacterias a los pulmones, donde causan una inflamación masiva. La inflamación puede extenderse a otras partes del cuerpo, incluidas las articulaciones.
  • Alimentación. Aunque no existe una dieta específica para la artritis, el tipo de alimentos que ingiere afecta a todos los aspectos de su salud. Evitar algunos alimentos, como las carnes rojas, los productos lácteos, el azúcar y el jarabe de alta fructosa, y optar por el pescado, las verduras y el aceite de oliva, puede influir en la aparición de la artritis y mejorar los síntomas existentes. 
  • Cambios en el microbioma. En los últimos 20 años, el microbioma -las vastas comunidades de microorganismos beneficiosos que viven sobre y dentro del cuerpo- ha sido reconocido como un determinante crítico de la salud y la enfermedad. Esto es especialmente cierto en el caso de enfermedades autoinmunes como la AR, ya que el microbioma regula y es regulado por el sistema inmunitario. Aunque todos los rincones del cuerpo tienen un microbioma, los de la boca y los intestinos son los más extensos y los que más influyen en la salud. Lo ideal es que los billones de microorganismos de estas comunidades trabajen en armonía para mantener un estado de equilibrio que ayude a prevenir enfermedades. Cuando ese equilibrio se rompe, algunas especies beneficiosas de microbios pierden su predominio y otras que pueden ser perjudiciales o encontrarse en menor número toman el control. Cuando esto ocurre, es más probable que desarrolle enfermedades crónicas como la diabetes, el síndrome metabólico o la AR. La composición del microbioma intestinal puede variar en función de la edad (el microbioma cambia con la edad), la dieta, la raza, la etnia y el lugar de residencia. No está claro cómo debería ser un microbioma normal. Sin embargo, está claro que las personas con AR y otras enfermedades autoinmunes tienen proporciones diferentes de microbios intestinales en comparación con las personas sanas. También tienen menos diversidad microbiana, a veces muy inferior. La pérdida de ciertos microorganismos implica una menor protección contra la inflamación y la autoinmunidad. El intestino permeable, otro riesgo, se produce cuando la inflamación y los cambios en la composición del microbioma hacen más permeable la pared intestinal y permiten que las bacterias se escapen al resto del cuerpo. Esto produce aún más inflamación y puede terminar provocando AR. Muchas cosas pueden alterar el equilibrio del microbioma, y los antibióticos encabezan la lista. Pero también contribuyen ciertos alimentos, especialmente la carne roja y procesada, el azúcar y los productos lácteos, así como el estrés, la falta de ejercicio, los traumatismos y el consumo de alcohol. Los científicos creen que nosotros damos forma al microbioma casi tanto como él nos da forma a nosotros. 

Dado que estos y otros factores de riesgo de la AR están bajo su control, tiene motivos de sobra para sentirse positivo sobre su capacidad para que usted y su familia se mantengan sanos.