Embajadora en el foco: Lori Fagan, Virginia
De Lori Fagan
He vivido con artritis reumatoide (AR) durante más de una década. Como madre que trabaja a tiempo completo y esposa que vive con una enfermedad crónica, lo último que necesito es agregar la tensión de pelear con mi aseguradora de salud.
Por desgracia, debido a una práctica habitual del seguro médico conocida como “terapia escalonada”, los últimos 10 años han sido una batalla constante y estresante.
La terapia escalonada, a veces conocida como “tratamiento escalonado”, es cuando una aseguradora exige que se pruebe y fracase en una o más terapias preferidas por la aseguradora antes de que el paciente pueda disponer de la medicación que el médico considera más eficaz. Mientras tanto, su salud pende de un hilo.
Cuando me diagnosticaron por primera vez artritis reumatoide, mi médico sabía, con base en mis síntomas y en los resultados de las pruebas, qué medicación necesitaba. Sin embargo, mi seguro exigió que primero tomara otra medicación, a pesar de que mi médico no creía que fuera eficaz y tenía efectos colaterales y riesgos conocidos.
Me sometí al tratamiento preferido por el seguro y terminé con visión borrosa y dolores de cabeza. Me retiraron el tratamiento inicial y me pusieron otro que presentaba riesgos más graves, como latidos irregulares del corazón, problemas hepáticos y renales. El segundo tratamiento fracasó con bastante rapidez y, aunque intenté conseguir un tratamiento mejor, los medicamentos preferidos por la aseguradora solo controlaban ligeramente mis dolorosos síntomas de AR.
Tras muchos meses de idas y venidas con mi aseguradora, por fin pude conseguir una medicación que controlaba mis síntomas con un efecto colateral mínimo. Pero fue un largo camino.
Por desgracia, hay millones de personas en todo el país que se encuentran en mi misma situación, y millones de pacientes que sienten que no importa lo que digan los médicos y las pruebas. Nuestro país tiene que hacer posible para que los pacientes obtengan rápidamente excepciones a la terapia escalonada si su médico determina que pasar por el proceso podría poner en peligro su salud.
Aporto mi granito de arena en Virginia al lograr una mayor concientización sobre la terapia escalonada antes de nuestra temporada legislativa estatal. Más de una docena de estados ya han tomado medidas para limitar la terapia escalonada. Compartí mi historia en un artículo de opinión en mi periódico local y usted también puede hacerlo. Haga clic aquí para conocer algunos consejos sobre cómo escribir una carta para que sea publicada.
Pero todos podemos actuar para ayudar a limitar la terapia escalonada en todo el país pidiendo al Congreso que apruebe la Ley de Restauración de la Voz del Paciente de 2017 (H.R. 2077). Esta legislación bipartidista proporciona un proceso claro y transparente para buscar excepciones a la revisión de la terapia escalonada por parte de los planes de seguro médico, y también establece un plazo razonable y claro para saltear las decisiones.
¡Comparta su historia de terapia escalonada con sus miembros del Congreso en apoyo de este proyecto de ley!
Recursos relacionados:
He vivido con artritis reumatoide (AR) durante más de una década. Como madre que trabaja a tiempo completo y esposa que vive con una enfermedad crónica, lo último que necesito es agregar la tensión de pelear con mi aseguradora de salud.
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La terapia escalonada, a veces conocida como “tratamiento escalonado”, es cuando una aseguradora exige que se pruebe y fracase en una o más terapias preferidas por la aseguradora antes de que el paciente pueda disponer de la medicación que el médico considera más eficaz. Mientras tanto, su salud pende de un hilo.
Cuando me diagnosticaron por primera vez artritis reumatoide, mi médico sabía, con base en mis síntomas y en los resultados de las pruebas, qué medicación necesitaba. Sin embargo, mi seguro exigió que primero tomara otra medicación, a pesar de que mi médico no creía que fuera eficaz y tenía efectos colaterales y riesgos conocidos.
Me sometí al tratamiento preferido por el seguro y terminé con visión borrosa y dolores de cabeza. Me retiraron el tratamiento inicial y me pusieron otro que presentaba riesgos más graves, como latidos irregulares del corazón, problemas hepáticos y renales. El segundo tratamiento fracasó con bastante rapidez y, aunque intenté conseguir un tratamiento mejor, los medicamentos preferidos por la aseguradora solo controlaban ligeramente mis dolorosos síntomas de AR.
Tras muchos meses de idas y venidas con mi aseguradora, por fin pude conseguir una medicación que controlaba mis síntomas con un efecto colateral mínimo. Pero fue un largo camino.
Por desgracia, hay millones de personas en todo el país que se encuentran en mi misma situación, y millones de pacientes que sienten que no importa lo que digan los médicos y las pruebas. Nuestro país tiene que hacer posible para que los pacientes obtengan rápidamente excepciones a la terapia escalonada si su médico determina que pasar por el proceso podría poner en peligro su salud.
Aporto mi granito de arena en Virginia al lograr una mayor concientización sobre la terapia escalonada antes de nuestra temporada legislativa estatal. Más de una docena de estados ya han tomado medidas para limitar la terapia escalonada. Compartí mi historia en un artículo de opinión en mi periódico local y usted también puede hacerlo. Haga clic aquí para conocer algunos consejos sobre cómo escribir una carta para que sea publicada.
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