Los fármacos modificadores de la enfermedad no ayudan a controlar el dolor de la artrosis
Las drogas antirreumáticas modificadoras de la enfermedad (DMARD) no son tratamientos eficaces para la artrosis de mano o rodilla, según un nuevo metaanálisis. Las drogas se usan comúnmente para tratar la artritis reumatoide (AR) y otras formas de artritis inflamatoria, pero los investigadores en el Reino Unido (RU) descubrieron que no eran mejores que el placebo para el dolor provocado por la artrosis. Sus resultados aparecieron en junio de 2018, en Rheumatology.
Las DMARD no son analgésicos. Están destinadas a retrasar la enfermedad y prevenir un mayor daño a las articulaciones y órganos al suprimir la inflamación. Cuando las DMARD funcionan, el dolor generalmente mejora a medida que se controla la inflamación.
Hay tres tipos de DMARD. Un grupo incluye medicamentos tradicionales (también llamados convencionales) como el metotrexato (Rheumatrex, Trexall) y la hidroxicloroquina (Plaquenil). Estos son relativamente económicos y, a menudo, son los primeros medicamentos probados para enfermedades autoinmunes inflamatorias, como la AR.
El segundo grupo incluye DMARD biológicas. Estas se dirigen a moléculas o vías que desencadenan o perpetúan la inflamación.
El tercer grupo está formado por las denominadas DMARD selectivas (a saber, tofacitinib, baricitinib y apremilast), que son demasiado nuevas para haber sido incluidas en este metaanálisis.
Históricamente, las DMARD no se han usado para la artrosis, que durante mucho tiempo se creyó que era el resultado del desgaste del cartílago, no de la inflamación. Pero muchos científicos ahora están de acuerdo en que la artrosis tiene un componente inflamatorio, por lo que los investigadores han estado probando DMARD para la artrosis en ensayos clínicos. Sin embargo, los resultados de los ensayos han sido variados y no han resuelto la cuestión de qué papel desempeña la inflamación en la enfermedad.
Eso llevó a los investigadores del Arthritis UK Pain Center de la Universidad de Nottingham a realizar el primer metaanálisis sobre el tema. Para ello, analizaron 11 ensayos clínicos aleatorizados y controlados que utilizaron DMARD convencionales o biológicas para tratar el dolor provocado por la artrosis en más de 1,200 pacientes.
Aunque hubo diferencias significativas en la forma en que se realizaron los ensayos, la cantidad de participantes y la calidad de los ensayos, el resultado final no mostró diferencias en el alivio del dolor entre el placebo y las DMARD convencionales o biológicas.
Los autores sostienen que esto no significa necesariamente que la inflamación no contribuya al desarrollo y la evolución de la artrosis. La inflamación puede desempeñar un papel, pero no es el principal impulsor de la enfermedad. O bien, es posible que las DMARD no se dirijan a las vías inflamatorias correctas.
Otra posibilidad es que la calidad deficiente de algunos de los ensayos haya dado lugar a resultados sesgados. Pero la autora principal del estudio, Monica Persson, PhD, investigadora, dice que ese no es el caso.
"Cinco de los 11 ensayos... pueden considerarse ensayos de alta calidad", escribe, y señala que si solo se consideran esos cinco ensayos, sus conclusiones son las mismas que para los 11.
También señala que es más probable que las diferencias entre los estudios se deban al tipo de DMARD (convencional frente a biológica), la articulación afectada y el subtipo de artrosis en lugar de problemas con los ensayos en sí.
Andrew Laster, MD, reumatólogo de Arthritis & Osteoporosis Consultants of the Carolinas en Charlotte, Carolina del Norte, no está tan seguro. Aunque dice que las conclusiones de los investigadores son de interés debido al debate en curso sobre el papel de la inflamación en la artrosis, advierte que no se debe "dar demasiada importancia a este metaanálisis debido a una serie de limitaciones en el análisis que los autores reconocer fácilmente”, incluida la diversa calidad de los estudios.
David Pisetsky, MD, profesor de Reumatología e Inmunología en la Universidad de Duke en Durham, Carolina del Norte, está de acuerdo en que es natural querer saber si las terapias existentes como las DMARD son eficaces para la artrosis. Pero señala que los resultados del estudio son consistentes con lo que los médicos han visto con sus propios pacientes.
“La pregunta es si alguna de las [DMARD selectivas] más nuevas funcionaría mejor”, dice.
Actualmente, no hay drogas modificadoras de la enfermedad aprobadas para tratar la artrosis. Pero su propio cuerpo puede ser capaz de ayudar. Muchos estudios han demostrado que el ejercicio y la pérdida de peso no solo alivian el dolor provocado por la artrosis, sino que también tienen el potencial de detener un mayor daño estructural en la articulación, aunque no pueden repararlo ni anularlo.
Un gran estudio demostró que perder solo el 10 por ciento del peso corporal puede conducir a una mejor movilidad y una reducción del 50 por ciento en el dolor en personas con sobrepeso u obesidad con artrosis. Un estudio de seguimiento mostró que duplicar la cantidad de pérdida de peso redujo el dolor y mejoró el funcionamiento en otro 25 por ciento, todo sin medicamentos ni cirugía.
Autora: Linda Rath
Las DMARD no son analgésicos. Están destinadas a retrasar la enfermedad y prevenir un mayor daño a las articulaciones y órganos al suprimir la inflamación. Cuando las DMARD funcionan, el dolor generalmente mejora a medida que se controla la inflamación.
Hay tres tipos de DMARD. Un grupo incluye medicamentos tradicionales (también llamados convencionales) como el metotrexato (Rheumatrex, Trexall) y la hidroxicloroquina (Plaquenil). Estos son relativamente económicos y, a menudo, son los primeros medicamentos probados para enfermedades autoinmunes inflamatorias, como la AR.
El segundo grupo incluye DMARD biológicas. Estas se dirigen a moléculas o vías que desencadenan o perpetúan la inflamación.
El tercer grupo está formado por las denominadas DMARD selectivas (a saber, tofacitinib, baricitinib y apremilast), que son demasiado nuevas para haber sido incluidas en este metaanálisis.
Históricamente, las DMARD no se han usado para la artrosis, que durante mucho tiempo se creyó que era el resultado del desgaste del cartílago, no de la inflamación. Pero muchos científicos ahora están de acuerdo en que la artrosis tiene un componente inflamatorio, por lo que los investigadores han estado probando DMARD para la artrosis en ensayos clínicos. Sin embargo, los resultados de los ensayos han sido variados y no han resuelto la cuestión de qué papel desempeña la inflamación en la enfermedad.
Eso llevó a los investigadores del Arthritis UK Pain Center de la Universidad de Nottingham a realizar el primer metaanálisis sobre el tema. Para ello, analizaron 11 ensayos clínicos aleatorizados y controlados que utilizaron DMARD convencionales o biológicas para tratar el dolor provocado por la artrosis en más de 1,200 pacientes.
Aunque hubo diferencias significativas en la forma en que se realizaron los ensayos, la cantidad de participantes y la calidad de los ensayos, el resultado final no mostró diferencias en el alivio del dolor entre el placebo y las DMARD convencionales o biológicas.
Los autores sostienen que esto no significa necesariamente que la inflamación no contribuya al desarrollo y la evolución de la artrosis. La inflamación puede desempeñar un papel, pero no es el principal impulsor de la enfermedad. O bien, es posible que las DMARD no se dirijan a las vías inflamatorias correctas.
Otra posibilidad es que la calidad deficiente de algunos de los ensayos haya dado lugar a resultados sesgados. Pero la autora principal del estudio, Monica Persson, PhD, investigadora, dice que ese no es el caso.
"Cinco de los 11 ensayos... pueden considerarse ensayos de alta calidad", escribe, y señala que si solo se consideran esos cinco ensayos, sus conclusiones son las mismas que para los 11.
También señala que es más probable que las diferencias entre los estudios se deban al tipo de DMARD (convencional frente a biológica), la articulación afectada y el subtipo de artrosis en lugar de problemas con los ensayos en sí.
Andrew Laster, MD, reumatólogo de Arthritis & Osteoporosis Consultants of the Carolinas en Charlotte, Carolina del Norte, no está tan seguro. Aunque dice que las conclusiones de los investigadores son de interés debido al debate en curso sobre el papel de la inflamación en la artrosis, advierte que no se debe "dar demasiada importancia a este metaanálisis debido a una serie de limitaciones en el análisis que los autores reconocer fácilmente”, incluida la diversa calidad de los estudios.
David Pisetsky, MD, profesor de Reumatología e Inmunología en la Universidad de Duke en Durham, Carolina del Norte, está de acuerdo en que es natural querer saber si las terapias existentes como las DMARD son eficaces para la artrosis. Pero señala que los resultados del estudio son consistentes con lo que los médicos han visto con sus propios pacientes.
“La pregunta es si alguna de las [DMARD selectivas] más nuevas funcionaría mejor”, dice.
Actualmente, no hay drogas modificadoras de la enfermedad aprobadas para tratar la artrosis. Pero su propio cuerpo puede ser capaz de ayudar. Muchos estudios han demostrado que el ejercicio y la pérdida de peso no solo alivian el dolor provocado por la artrosis, sino que también tienen el potencial de detener un mayor daño estructural en la articulación, aunque no pueden repararlo ni anularlo.
Un gran estudio demostró que perder solo el 10 por ciento del peso corporal puede conducir a una mejor movilidad y una reducción del 50 por ciento en el dolor en personas con sobrepeso u obesidad con artrosis. Un estudio de seguimiento mostró que duplicar la cantidad de pérdida de peso redujo el dolor y mejoró el funcionamiento en otro 25 por ciento, todo sin medicamentos ni cirugía.
Autora: Linda Rath