Más estudios demuestran que los riesgos de los opiáceos superan los beneficios en pacientes con artritis
Dos nuevos estudios presentados en la reunión anual del American College of Rheumatology 2019 analizan el rol de los medicamentos opiáceos en el tratamiento de afecciones reumáticas. El primer estudio reveló que las hospitalizaciones debido a trastornos por consumo de opiáceos en personas con artrosis y otros problemas musculoesqueléticos han aumentado en las últimas dos décadas. El segundo reveló que estos medicamentos solo tienen un pequeño beneficio para el dolor y el funcionamiento y no mejoran la calidad de vida de las personas de manera significativa. A pesar de que estos son apenas dos de los numerosos estudios sobre el tema, resaltan el grado de dificultad que conlleva el tratamiento del dolor crónico.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) han declarado que el problema de los opiáceos en este país es una "epidemia". Casi 400,000 personas murieron por sobredosis de opiáceos entre 1999 y 2017. Sin embargo, los médicos continúan recetando estos medicamentos para pacientes que sufren dolor crónico.
Las enfermedades musculoesqueléticas crónicas, como la artritis, se encuentran entre las principales causas de dolor crónico; por lo tanto, las personas con artritis corren un riesgo elevado de recibir opiáceos con potencial desarrollo de un trastorno por consumo de opiáceos (OUD), dice el autor principal del estudio, Jasvinder Singh, MD, profesor de medicina y epidemiología de la Universidad de Alabama en Birmingham.
Para entender la magnitud del problema, el Dr. Singh y sus colegas analizaron los índices de hospitalizaciones por OUD desde 1998 hasta el 2016 para cinco afecciones: gota, artrosis (OA), fibromialgia, artritis reumatoide (AR) y dolor lumbar.
En ese período de 19 años, las hospitalizaciones asociadas al OUD aumentaron 24 veces para gota, nueve veces para OA y seis veces para AR. Con el tiempo, los índices de OUD se nivelaron para las personas con gota y dolor lumbar, pero continuaron en aumento para quienes padecían OA y AR. "Para determinadas afecciones, como la gota y la fibromialgia y, en cierta medida, la artritis reumatoide, no estábamos al tanto de la extensión del problema", dice el Dr. Singh.
Dada el aumento de la concientización sobre los riesgos vinculados al consumo de opiáceos, una caída en dichas cifras podría darse en la medida en que dispongamos de datos más recientes, agrega el Dr. Singh. Pero, hasta que mejores soluciones para el dolor crónico estén disponibles, los opiáceos probablemente continúen siendo una parte integral del tratamiento de la artritis. "Estamos hablando de enfermedades que superan al cáncer y la enfermedad cardíaca en términos de cifras por varios millones en los Estados Unidos. Pero el avance que hemos logrado en el tratamiento adecuado del dolor en estas afecciones es un poco limitado", agrega.
La otra investigación presentada en la conferencia incluyó resultados de 23 estudios sobre la eficacia de los opiáceos en más de 11,000 personas con artrosis de rodilla o cadera. Los autores analizaron el dolor y la función de los participantes después de dos, cuatro, ocho y 12 semanas de consumo de opiáceos. A pesar de que los medicamentos ofrecieron pequeñas mejoras en el dolor y la función después de dos a 12 semanas de tratamiento, no mejoraron la calidad de vida o la depresión.
"Además, hallamos que la magnitud de estos efectos [sobre el dolor y la función] se mantiene reducida y continúa disminuyendo con el paso del tiempo", explica el autor principal Raveendhara R. Bannaru, MD, Phd, director del Center for Treatment Comparison and Integrative Analysis en el Tufts Medical Center en Boston. "Teniendo en cuenta los problemas de dependencia y el malestar que muchos pacientes sienten cuando toman medicamentos, parecería que no existe una ventana terapéutica óptima para el uso de opiáceos orales en la artrosis".
Tal vez de manera sorprendente, los autores descubrieron que los opiáceos fuertes tenían un efecto sistemáticamente menor sobre el dolor que el de los opiáceos débiles. El Dr. Bannaru dice que es posible que muchos pacientes que recibieron opiáceos fuertes no lograron llegar a una dosis lo suficientemente elevada para aliviar el dolor por no haber podido tolerar los efectos colaterales. "Los participantes que recibieron opiáceos fuertes tenían el doble de probabilidades que los participantes que recibían los opiáceos débiles/intermedios de suspender el estudio como consecuencia de los eventos adversos", dice.
Teniendo en cuenta el riesgo de dependencia y los efectos colaterales de los opiáceos, los resultados de estos estudios deberían generar mayor cautela en las personas y sus médicos respecto de este tipo de medicamento. "Creo que a los pacientes se les debe informar completamente de los riesgos y beneficios", dice el Dr. Singh. Contar con más información sobre los riesgos de los opiáceos y sus efectos en la calidad de vida a partir de estudios a futuro debería facilitar el proceso de elegir el tratamiento más adecuado para aliviar el dolor para los pacientes y sus médicos.
Autora: Stephanie Watson para la Arthritis Foundation.
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Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) han declarado que el problema de los opiáceos en este país es una "epidemia". Casi 400,000 personas murieron por sobredosis de opiáceos entre 1999 y 2017. Sin embargo, los médicos continúan recetando estos medicamentos para pacientes que sufren dolor crónico.
Las enfermedades musculoesqueléticas crónicas, como la artritis, se encuentran entre las principales causas de dolor crónico; por lo tanto, las personas con artritis corren un riesgo elevado de recibir opiáceos con potencial desarrollo de un trastorno por consumo de opiáceos (OUD), dice el autor principal del estudio, Jasvinder Singh, MD, profesor de medicina y epidemiología de la Universidad de Alabama en Birmingham.
Para entender la magnitud del problema, el Dr. Singh y sus colegas analizaron los índices de hospitalizaciones por OUD desde 1998 hasta el 2016 para cinco afecciones: gota, artrosis (OA), fibromialgia, artritis reumatoide (AR) y dolor lumbar.
En ese período de 19 años, las hospitalizaciones asociadas al OUD aumentaron 24 veces para gota, nueve veces para OA y seis veces para AR. Con el tiempo, los índices de OUD se nivelaron para las personas con gota y dolor lumbar, pero continuaron en aumento para quienes padecían OA y AR. "Para determinadas afecciones, como la gota y la fibromialgia y, en cierta medida, la artritis reumatoide, no estábamos al tanto de la extensión del problema", dice el Dr. Singh.
Dada el aumento de la concientización sobre los riesgos vinculados al consumo de opiáceos, una caída en dichas cifras podría darse en la medida en que dispongamos de datos más recientes, agrega el Dr. Singh. Pero, hasta que mejores soluciones para el dolor crónico estén disponibles, los opiáceos probablemente continúen siendo una parte integral del tratamiento de la artritis. "Estamos hablando de enfermedades que superan al cáncer y la enfermedad cardíaca en términos de cifras por varios millones en los Estados Unidos. Pero el avance que hemos logrado en el tratamiento adecuado del dolor en estas afecciones es un poco limitado", agrega.
La otra investigación presentada en la conferencia incluyó resultados de 23 estudios sobre la eficacia de los opiáceos en más de 11,000 personas con artrosis de rodilla o cadera. Los autores analizaron el dolor y la función de los participantes después de dos, cuatro, ocho y 12 semanas de consumo de opiáceos. A pesar de que los medicamentos ofrecieron pequeñas mejoras en el dolor y la función después de dos a 12 semanas de tratamiento, no mejoraron la calidad de vida o la depresión.
"Además, hallamos que la magnitud de estos efectos [sobre el dolor y la función] se mantiene reducida y continúa disminuyendo con el paso del tiempo", explica el autor principal Raveendhara R. Bannaru, MD, Phd, director del Center for Treatment Comparison and Integrative Analysis en el Tufts Medical Center en Boston. "Teniendo en cuenta los problemas de dependencia y el malestar que muchos pacientes sienten cuando toman medicamentos, parecería que no existe una ventana terapéutica óptima para el uso de opiáceos orales en la artrosis".
Tal vez de manera sorprendente, los autores descubrieron que los opiáceos fuertes tenían un efecto sistemáticamente menor sobre el dolor que el de los opiáceos débiles. El Dr. Bannaru dice que es posible que muchos pacientes que recibieron opiáceos fuertes no lograron llegar a una dosis lo suficientemente elevada para aliviar el dolor por no haber podido tolerar los efectos colaterales. "Los participantes que recibieron opiáceos fuertes tenían el doble de probabilidades que los participantes que recibían los opiáceos débiles/intermedios de suspender el estudio como consecuencia de los eventos adversos", dice.
Teniendo en cuenta el riesgo de dependencia y los efectos colaterales de los opiáceos, los resultados de estos estudios deberían generar mayor cautela en las personas y sus médicos respecto de este tipo de medicamento. "Creo que a los pacientes se les debe informar completamente de los riesgos y beneficios", dice el Dr. Singh. Contar con más información sobre los riesgos de los opiáceos y sus efectos en la calidad de vida a partir de estudios a futuro debería facilitar el proceso de elegir el tratamiento más adecuado para aliviar el dolor para los pacientes y sus médicos.
Autora: Stephanie Watson para la Arthritis Foundation.
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