La artritis reumatoide la mandó al banquillo, pero la jugadora de básquet profesional ShaRae Mansfield no se rinde
ShaRae Mansfield recuerda perfectamente que hace 17 años recibió la llamada en la que se le comunicaba que los Houston Comets la habían reclutado para jugar en la Asociación Nacional de Baloncesto Femenino (Women's National Basketball Association, WNBA). Para la estudiante de la Western Kentucky University (WKU), la oportunidad de jugar al baloncesto profesional fue un sueño hecho realidad.
Sin embargo, su carrera en la WNBA duró poco. Aunque tenía habilidades extraordinarias en la cancha, y se destacaba tanto en marcar puntos como en hacer rebotes, también sufría frecuente dolor en los hombros, la cadera y, sobre todo, en la rodilla izquierda, agravados por una rotura del ligamento cruzado anterior (LCA). ShaRae se había sometido a seis operaciones en la rodilla, pero sus continuos problemas hicieron que los Comets la dejaran libre antes de que completara siquiera su primera temporada.
Decepcionada, la oriunda de Louisville, Kentucky, se aventuró en el extranjero, jugando al baloncesto durante unos meses en Israel. Sin embargo, el dolor y la rigidez le pasaron tal factura física y emocional que tomó la dura decisión de retirarse del baloncesto.
Adaptarse a la vida sin deportes también le resultó difícil, y ShaRae se encontró luchando contra la depresión.
"Me había identificado durante tantos años como jugadora de baloncesto y atleta que no estaba segura de qué hacer después", comenta.
Para sobrellevar la situación, se centró en terminar su carrera universitaria, con planes de seguir una carrera para ayudar a los demás. Se graduó en 2005, y su hija mayor nació al año siguiente.
No fue hasta 2011, después de que ShaRae cayera gravemente enferma, cuando se enteró de la causa del dolor articular y la rigidez que la habían atormentado durante años.
"Tenía una tos horrible de la que no me podía librar, y mi médico me dio varios cursos de antibióticos, pensando que tenía bronquitis", cuenta. "Pero no mejoraba".
Cuatro meses después, le dolían los pulmones y las rodillas, tenía el pie derecho muy hinchado y el cuello estaba tan rígido que no podía conducir. Ingresó en un hospital donde, tras una serie de pruebas, le diagnosticaron finalmente artritis reumatoide (AR). Poco después de empezar con la prednisona, pudo caminar sin muletas.
A los 31 años, ShaRae tuvo por fin respuestas a lo que había estado causando el dolor y la rigidez de las articulaciones con los que había estado lidiando desde que era una niña.
"Mis entrenadores deportivos siempre atribuyeron mis dolores al rigor del baloncesto", menciona. "No tenía ese nivel de dolor todo el tiempo, pero al mirar atrás, me doy cuenta de que tenía brotes de AR".
En 2012, se alegró de que le pidieran que sirviera de ayudante del entrenador de baloncesto en la WKU, y al año siguiente como directora de operaciones de baloncesto. También comenzó a estudiar un máster en Psicología Industrial y Organizacional. Pero su AR no estaba controlada y viajar con el equipo fue difícil. Usaba muletas y tenía efectos colaterales del biológico que estaba tomando. En 2013 renunció.
En la universidad, un periodista le preguntó a ShaRae qué superhéroe le gustaría ser. "La Mujer Maravilla", había respondido, "porque puede superar cualquier obstáculo".
Algunos dirán que está a la altura de esa circunstancia. Ahora, casi con 40 alos y madre de tres niñas, de 2, 8 y 12, ha equilibrado su carrera y sus estudios con la maternidad y espera graduarse este otoño con un doctorado en la Facultad de Psicología Profesional de Chicago. El año pasado ingresó en el Salón de la Fama del Atletismo de la WKU.
Su intención es ayudar a otros atletas a hacer la transición a una carrera fuera del deporte a través de la formación profesional.
"En las investigaciones se demuestra que los atletas universitarios y profesionales pasan por tremendos procesos psicológicos cuando terminan sus carreras deportivas", comenta ShaRae. "Mi objetivo es trabajar con los atletas y ayudarlos a encontrar una carrera gratificante que sustituya el vacío en su vida que se produce tras identificarse como atleta durante muchos años".
ShaRae se sometió a un reemplazo total de rodilla el año pasado, y hace ejercicio con frecuencia, incluso camina y levanta pesas ligeras. Su AR todavía no está controlada, pero ella y su reumatólogo están trabajando juntos para encontrar los medicamentos adecuados.
"Tener un médico con el que pueda hablar y que trabaje conmigo en un plan para controlar mi AR ha sido invaluable", afirma ShaRae.
Y ayuda a otras personas. Da charlas de motivación a atletas de secundaria y preparatoria, y tiene un grupo de apoyo en Facebook, Beautiful Warriors, para mujeres con enfermedades crónicas.
"He aprendido que la AR no me controla", menciona, "y he construido una vida después del atletismo y ahora puedo ayudar a otros a hacer lo mismo".
Autora: Linda Childers
Crédito de la foto: Kaylinn Gilstrap
Sin embargo, su carrera en la WNBA duró poco. Aunque tenía habilidades extraordinarias en la cancha, y se destacaba tanto en marcar puntos como en hacer rebotes, también sufría frecuente dolor en los hombros, la cadera y, sobre todo, en la rodilla izquierda, agravados por una rotura del ligamento cruzado anterior (LCA). ShaRae se había sometido a seis operaciones en la rodilla, pero sus continuos problemas hicieron que los Comets la dejaran libre antes de que completara siquiera su primera temporada.
Decepcionada, la oriunda de Louisville, Kentucky, se aventuró en el extranjero, jugando al baloncesto durante unos meses en Israel. Sin embargo, el dolor y la rigidez le pasaron tal factura física y emocional que tomó la dura decisión de retirarse del baloncesto.
Adaptarse a la vida sin deportes también le resultó difícil, y ShaRae se encontró luchando contra la depresión.
"Me había identificado durante tantos años como jugadora de baloncesto y atleta que no estaba segura de qué hacer después", comenta.
Para sobrellevar la situación, se centró en terminar su carrera universitaria, con planes de seguir una carrera para ayudar a los demás. Se graduó en 2005, y su hija mayor nació al año siguiente.
Por fin, respuestas
No fue hasta 2011, después de que ShaRae cayera gravemente enferma, cuando se enteró de la causa del dolor articular y la rigidez que la habían atormentado durante años.
"Tenía una tos horrible de la que no me podía librar, y mi médico me dio varios cursos de antibióticos, pensando que tenía bronquitis", cuenta. "Pero no mejoraba".
Cuatro meses después, le dolían los pulmones y las rodillas, tenía el pie derecho muy hinchado y el cuello estaba tan rígido que no podía conducir. Ingresó en un hospital donde, tras una serie de pruebas, le diagnosticaron finalmente artritis reumatoide (AR). Poco después de empezar con la prednisona, pudo caminar sin muletas.
A los 31 años, ShaRae tuvo por fin respuestas a lo que había estado causando el dolor y la rigidez de las articulaciones con los que había estado lidiando desde que era una niña.
"Mis entrenadores deportivos siempre atribuyeron mis dolores al rigor del baloncesto", menciona. "No tenía ese nivel de dolor todo el tiempo, pero al mirar atrás, me doy cuenta de que tenía brotes de AR".
En 2012, se alegró de que le pidieran que sirviera de ayudante del entrenador de baloncesto en la WKU, y al año siguiente como directora de operaciones de baloncesto. También comenzó a estudiar un máster en Psicología Industrial y Organizacional. Pero su AR no estaba controlada y viajar con el equipo fue difícil. Usaba muletas y tenía efectos colaterales del biológico que estaba tomando. En 2013 renunció.
"La Mujer Maravilla"
En la universidad, un periodista le preguntó a ShaRae qué superhéroe le gustaría ser. "La Mujer Maravilla", había respondido, "porque puede superar cualquier obstáculo".
Algunos dirán que está a la altura de esa circunstancia. Ahora, casi con 40 alos y madre de tres niñas, de 2, 8 y 12, ha equilibrado su carrera y sus estudios con la maternidad y espera graduarse este otoño con un doctorado en la Facultad de Psicología Profesional de Chicago. El año pasado ingresó en el Salón de la Fama del Atletismo de la WKU.
Su intención es ayudar a otros atletas a hacer la transición a una carrera fuera del deporte a través de la formación profesional.
"En las investigaciones se demuestra que los atletas universitarios y profesionales pasan por tremendos procesos psicológicos cuando terminan sus carreras deportivas", comenta ShaRae. "Mi objetivo es trabajar con los atletas y ayudarlos a encontrar una carrera gratificante que sustituya el vacío en su vida que se produce tras identificarse como atleta durante muchos años".
ShaRae se sometió a un reemplazo total de rodilla el año pasado, y hace ejercicio con frecuencia, incluso camina y levanta pesas ligeras. Su AR todavía no está controlada, pero ella y su reumatólogo están trabajando juntos para encontrar los medicamentos adecuados.
"Tener un médico con el que pueda hablar y que trabaje conmigo en un plan para controlar mi AR ha sido invaluable", afirma ShaRae.
Y ayuda a otras personas. Da charlas de motivación a atletas de secundaria y preparatoria, y tiene un grupo de apoyo en Facebook, Beautiful Warriors, para mujeres con enfermedades crónicas.
"He aprendido que la AR no me controla", menciona, "y he construido una vida después del atletismo y ahora puedo ayudar a otros a hacer lo mismo".
Autora: Linda Childers
Crédito de la foto: Kaylinn Gilstrap