Soy Jessica, una paciente con artritis reumatoide y espondilitis anquilosante, y ahora sobreviviente del COVID-19
Mi nombre es Jessica Thomas and En 2018 me diagnosticaron de espondilitis anquilosante (EA) y artritis reumatoide (AR). Di positivo en la prueba del COVID-19 in August 2020, al igual qu mi familia directa, entre otros, mi hija de 16 años, que tiene artritis psoriásica. Creo que es importante compartir mi historia con otras personas que tienen enfermedades reumáticas y toman inmunodepresores.
El. 20 de agosto de 2020, se convirtióen un día importante. No me había sentido muy bien cuando me fui a dormir la noche anterior, y el jueves a la mañana me desperté con a dolor de cabeza que se extendía desde mis cejas hasta la mitad de mi espalda. Sentía como que tenía un cuchillo debajo del omóplato y que se retorcía en el pulmón. Supongo que tenía un horrible brote de artritis. Ni siquiera se me cruzó por la cabeza el COVID-19. No tenía fiebre ni tos.
[caption id="attachment_2187" align="alignleft" width="189"] Jessica Thomas, paciente de AR Y EA que tiene COVID-19 de larga duración[/pie de foto]
Llamé al trabajo para avisar que estaba enferma y estuve en la cama todo el día. Apenas podía levantar la cabeza de mi almohada, y me sentía agotada. Ninguno de los medicamentos para el dolor que usaba normalmente para la artritis podía detener el dolor de tensión.Tomé Tylenol, ibuprofeno, gabapentin y diclofenac. (Además, recibo a infusión biológicacada ocho semanas. Mi hija también está tomando medicación biológica.)
Cuando mi familia mira hacia atrás, each concebimos cada uno esa semana de un modo diferente. Mi hija, Gabby Lepore, recuerda que sus alergias le molestaban. Ninguno de nosotros tenía mucho apetito. Estábamos cansados, pero como somos una familia activa, no nos pareció insual.
Al ser una persona con una enfermedad autoinmune, soy muy consciente de que un día me puedo sentir horrible, pero al otro día estar bien. No veía la hora que desapareciera esta migraña y de poder levantarme al día siguiente.
El viernes, . 21 de agosto, Gabby y mi hijo de 12 años, Anthony Lepore,estaban en la casa de su padre. Gabby me llamó para decirme que Anthony no se sentía bien y que tenía-fiebre baja. Recuerda que de repente sintió mucho calor y solo quería dormir, pero aunquetiene muy pocos recuerdos de ese fin de semana. Gabby continuó tomándole la temperatura, que llegó hasta 104 esa tarde.
Mi exmarido abandonó su trabajo y llevó a los niños al centro de testeo gratuito del Departamento de Salud Pública de Illinois. No me sentía muy bien, pero estaba mejor que el día anterior, así que pensé que nos estábamos contagiando de alergias o resfrios estacionales. En ese momento, mi hija y su padre prácticamente no tenían síntomas.
Me sentí mucho mejor durante el fin de semana - cansada, pero nada fuera de lo común para alguien que sufre de una enfermedad autoinmune. El lunes mi exmarido llamó para informarme que todos habían dado positivo en los resultados. Comprendí que me tenía que hacer el test rápidamente. Fui a cuatro lugares en mi ciudad y en Chicago ( a unos 30 minutos de distancia) before , antes de encontrar finalmente una farmacia que me hiciera la prueba.
Esto fue un lunes. did no recibí mis resultados hasta el viernes a la mañana. Hice cuarentena toda la semana, pero para cuando llegaron los resultados, estaba muy enferma.
Mi hijo, que tenía fiebre muy alta y tos, se recompuso en aproximadamente una semana. Mi esposo y mi exmarido tuvieron síntomas leves similares a una alergia. Y mi hija se sintió agotada, pero no fue hasta unas tres semanas después, cuando volvió a jugar hockey sobre hielo, que tuvi un brote muy fuerte de los síntomas de asma. Gabby se despertó una noche con dificultad para respirar y acabó en una sala de emergencias. Al final tuvieron que aumentarle la dosis de la medicación para el asma, pero se recuperó en un par de semanas.
Para mí, los peores días fueron los días siete a 21. Nunca tuve fiebre o tos, pero estoy convencida de que tuve todos los otros posibles síntomas. Me dolía muchísimo la cabeza, que se irradiaba por todo el cráneo hasta el cuello y la espalda. Levantar la cabeza me mareaba tanto que hasta vomité en un par de ocasiones. También padecí otros problemas gastrointestinales horribles que me mantenían despierta durante la noche y tumbada en el baño durante el día. Me desmayé dos veces de dolor.
En dos ocasiones diferentes, tuve un ataque de vesícula. Había tenido un cálculo renal en 2019 y esa zona de repente me dolía otra vez. Me dolía la garganta y en mi cabeza sentía sensibilidad al tacto y calor en el interior. Me dolían los músculos y las articulaciones y tenía horribles escalofríos y sudoración nocturna. Alrededor del día siete, perdí el sabor y el olfato. Con frecuencia sentía que tenía un cuchillo clavado en mi omóplato derecho. Supe después que pudo haber estado relacionado con el pulmón-, pero, afortunadamente había comprado un pulsioxímetroipara controlar mi nivel de oxígeno, y estaba normal.
Este fue un momento muy difícil porque estábamos todos enfermos. Me tuve que tomar una licencia laboral de alrededor de seis días y cuando regresé trabajaba media jornada porque era imposible trabajar más de eso. Mi visión estaba afectada. Me sentía agotada. Cuando un síntoma se aliviaba aparecía otro que me volteaba. Hice tratamiento con prednisona en un momento, pero no me generó ningún efecto.
Mis síntomas eran en gran medida neurológicos. Después de seis semanas, seguía teniendo a diario dolores de cabeza que eran muy debilitantes. No podía dormir, tenía mucha obnubilación y todavía seguía sin olfato o gusto. Mi doctor me dio me Topamax, que al principio me alivió los dolores de cabeza, pero luego retornaron con fuerza. También tuve olores fantasmas - , sentía un olor constante a edificio quemado que me impedía respirar.
Mis doctores se quedaron sin sugerencias, así que finalmente fui a la sala de emergencias. Curiosamente, nada de lo que conté les resultaba inusual. No hay tratamientos estándares para el COVID-19, pero el médico de emergencias prescribió tratamientos que funcionaban para algunos pacientes , afirmó.
Me colocaron unos tubos en las fosas nasales y me pasaron lidocaína en gotas para adormecer los nervios y aliviar los dolores de cabeza. El médico me sacó el Topamax y me dio una inyección de Toradol , y también me consiguió una cita con un neurólogo la semana siguiente, que luego me cambió la medicación. (Mientras tanto, mi hija y yo , continuábamos con nuestra medicación para la artritis, que se mantuvo bajo control.)
Uno de los aspectos difíciles de contraer un "nuevo virus" es que todo lo que hace un médicoes experimental. COVID-19 afecta a todos de manera diferente, así que los tratamientos varían mucho entre un paciente y otro. Una de las ventajas de tener una enfermedad crónica es que me ha brindado experiencia para defenderme y defender a mi familia, y esto ha contribuido en la obtención de tratamiento para los síntomas de la COVID-19. Pero no es que puede llamar a su médico y obtener el medicamento para tratarlo. Las terapias de las que oímos hablar en las noticias están salvando la vida de las personas que más enfermas están en los hospitales. Hasta que fui a pedir ayuda en la sala de emergencias, , dependía principalmente del ibuprofeno y otros medicamentos de venta libre.
Ya pasaron más de tres meses desde que di positivo y todavía mi olfato y gusto están limitados.. El neurólogo ordenó una resonancia magnética que indicó resultados compatibles con migraña crónica , lo que implicaba una nueva enfermedad crónica para mí. Afortunadamente, después de lo que parecía un largo camino, los dolores de cabeza y los olores fantasmas han disminuido, y poco a poco siento que vuelvo a ser yo misma.
Visite nuestras páginas Cuidar y conectar para saber cómo protegerse mejor y cómo proceder si sospecha que tiene COVID-19. Si obtuvo un resultado positivo de COVID-19, comparta su experiencia con los demás en nuestra comunidad de Live Yes.
El. 20 de agosto de 2020, se convirtióen un día importante. No me había sentido muy bien cuando me fui a dormir la noche anterior, y el jueves a la mañana me desperté con a dolor de cabeza que se extendía desde mis cejas hasta la mitad de mi espalda. Sentía como que tenía un cuchillo debajo del omóplato y que se retorcía en el pulmón. Supongo que tenía un horrible brote de artritis. Ni siquiera se me cruzó por la cabeza el COVID-19. No tenía fiebre ni tos.
[caption id="attachment_2187" align="alignleft" width="189"] Jessica Thomas, paciente de AR Y EA que tiene COVID-19 de larga duración[/pie de foto]
Llamé al trabajo para avisar que estaba enferma y estuve en la cama todo el día. Apenas podía levantar la cabeza de mi almohada, y me sentía agotada. Ninguno de los medicamentos para el dolor que usaba normalmente para la artritis podía detener el dolor de tensión.Tomé Tylenol, ibuprofeno, gabapentin y diclofenac. (Además, recibo a infusión biológicacada ocho semanas. Mi hija también está tomando medicación biológica.)
Cuando mi familia mira hacia atrás, each concebimos cada uno esa semana de un modo diferente. Mi hija, Gabby Lepore, recuerda que sus alergias le molestaban. Ninguno de nosotros tenía mucho apetito. Estábamos cansados, pero como somos una familia activa, no nos pareció insual.
Al ser una persona con una enfermedad autoinmune, soy muy consciente de que un día me puedo sentir horrible, pero al otro día estar bien. No veía la hora que desapareciera esta migraña y de poder levantarme al día siguiente.
El viernes, . 21 de agosto, Gabby y mi hijo de 12 años, Anthony Lepore,estaban en la casa de su padre. Gabby me llamó para decirme que Anthony no se sentía bien y que tenía-fiebre baja. Recuerda que de repente sintió mucho calor y solo quería dormir, pero aunquetiene muy pocos recuerdos de ese fin de semana. Gabby continuó tomándole la temperatura, que llegó hasta 104 esa tarde.
Mi exmarido abandonó su trabajo y llevó a los niños al centro de testeo gratuito del Departamento de Salud Pública de Illinois. No me sentía muy bien, pero estaba mejor que el día anterior, así que pensé que nos estábamos contagiando de alergias o resfrios estacionales. En ese momento, mi hija y su padre prácticamente no tenían síntomas.
Me sentí mucho mejor durante el fin de semana - cansada, pero nada fuera de lo común para alguien que sufre de una enfermedad autoinmune. El lunes mi exmarido llamó para informarme que todos habían dado positivo en los resultados. Comprendí que me tenía que hacer el test rápidamente. Fui a cuatro lugares en mi ciudad y en Chicago ( a unos 30 minutos de distancia) before , antes de encontrar finalmente una farmacia que me hiciera la prueba.
Esto fue un lunes. did no recibí mis resultados hasta el viernes a la mañana. Hice cuarentena toda la semana, pero para cuando llegaron los resultados, estaba muy enferma.
Mi hijo, que tenía fiebre muy alta y tos, se recompuso en aproximadamente una semana. Mi esposo y mi exmarido tuvieron síntomas leves similares a una alergia. Y mi hija se sintió agotada, pero no fue hasta unas tres semanas después, cuando volvió a jugar hockey sobre hielo, que tuvi un brote muy fuerte de los síntomas de asma. Gabby se despertó una noche con dificultad para respirar y acabó en una sala de emergencias. Al final tuvieron que aumentarle la dosis de la medicación para el asma, pero se recuperó en un par de semanas.
Para mí, los peores días fueron los días siete a 21. Nunca tuve fiebre o tos, pero estoy convencida de que tuve todos los otros posibles síntomas. Me dolía muchísimo la cabeza, que se irradiaba por todo el cráneo hasta el cuello y la espalda. Levantar la cabeza me mareaba tanto que hasta vomité en un par de ocasiones. También padecí otros problemas gastrointestinales horribles que me mantenían despierta durante la noche y tumbada en el baño durante el día. Me desmayé dos veces de dolor.
En dos ocasiones diferentes, tuve un ataque de vesícula. Había tenido un cálculo renal en 2019 y esa zona de repente me dolía otra vez. Me dolía la garganta y en mi cabeza sentía sensibilidad al tacto y calor en el interior. Me dolían los músculos y las articulaciones y tenía horribles escalofríos y sudoración nocturna. Alrededor del día siete, perdí el sabor y el olfato. Con frecuencia sentía que tenía un cuchillo clavado en mi omóplato derecho. Supe después que pudo haber estado relacionado con el pulmón-, pero, afortunadamente había comprado un pulsioxímetroipara controlar mi nivel de oxígeno, y estaba normal.
Este fue un momento muy difícil porque estábamos todos enfermos. Me tuve que tomar una licencia laboral de alrededor de seis días y cuando regresé trabajaba media jornada porque era imposible trabajar más de eso. Mi visión estaba afectada. Me sentía agotada. Cuando un síntoma se aliviaba aparecía otro que me volteaba. Hice tratamiento con prednisona en un momento, pero no me generó ningún efecto.
Mis síntomas eran en gran medida neurológicos. Después de seis semanas, seguía teniendo a diario dolores de cabeza que eran muy debilitantes. No podía dormir, tenía mucha obnubilación y todavía seguía sin olfato o gusto. Mi doctor me dio me Topamax, que al principio me alivió los dolores de cabeza, pero luego retornaron con fuerza. También tuve olores fantasmas - , sentía un olor constante a edificio quemado que me impedía respirar.
Mis doctores se quedaron sin sugerencias, así que finalmente fui a la sala de emergencias. Curiosamente, nada de lo que conté les resultaba inusual. No hay tratamientos estándares para el COVID-19, pero el médico de emergencias prescribió tratamientos que funcionaban para algunos pacientes , afirmó.
Me colocaron unos tubos en las fosas nasales y me pasaron lidocaína en gotas para adormecer los nervios y aliviar los dolores de cabeza. El médico me sacó el Topamax y me dio una inyección de Toradol , y también me consiguió una cita con un neurólogo la semana siguiente, que luego me cambió la medicación. (Mientras tanto, mi hija y yo , continuábamos con nuestra medicación para la artritis, que se mantuvo bajo control.)
Uno de los aspectos difíciles de contraer un "nuevo virus" es que todo lo que hace un médicoes experimental. COVID-19 afecta a todos de manera diferente, así que los tratamientos varían mucho entre un paciente y otro. Una de las ventajas de tener una enfermedad crónica es que me ha brindado experiencia para defenderme y defender a mi familia, y esto ha contribuido en la obtención de tratamiento para los síntomas de la COVID-19. Pero no es que puede llamar a su médico y obtener el medicamento para tratarlo. Las terapias de las que oímos hablar en las noticias están salvando la vida de las personas que más enfermas están en los hospitales. Hasta que fui a pedir ayuda en la sala de emergencias, , dependía principalmente del ibuprofeno y otros medicamentos de venta libre.
Ya pasaron más de tres meses desde que di positivo y todavía mi olfato y gusto están limitados.. El neurólogo ordenó una resonancia magnética que indicó resultados compatibles con migraña crónica , lo que implicaba una nueva enfermedad crónica para mí. Afortunadamente, después de lo que parecía un largo camino, los dolores de cabeza y los olores fantasmas han disminuido, y poco a poco siento que vuelvo a ser yo misma.
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