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Michelle Castro: sirviendo a los demás como defensora, autora y líder 

Un diagnóstico de artritis reumatoide llevó a esta enfermera de atención médica a domicilio a emprender una segunda misión: ayudar a otras personas de la comunidad con artritis como defensora, autora y líder.

Por D. Aileen Dodd | 12 de noviembre de 2024.

Cuando Michelle Castro recibió finalmente su diagnóstico de artritis crónica, ya era demasiado tarde para frenar el curso de la enfermedad. La artritis reumatoide (AR) había vagado sin control por su cuerpo desde la infancia, primero debilitando sus articulaciones y, décadas después, desencadenando problemas en sus órganos vitales. 

Su propia vida estaba en peligro, por no hablar de su papel como madre amorosa y exitosa enfermera de atención médica a domicilio.

Su pronóstico para 2019 era alarmante: "Me diagnosticaron y me dijeron: 'Podrían quedarte cinco o 10 años de vida'", cuenta Michelle, de Beaumont, California. "Estaba teniendo problemas con los órganos y esa es una de las últimas etapas de la artritis reumatoide. Ya estaba afectando mi hígado y mis riñones". 

Michelle se sintió abatida por las palabras de sus médicos, pero no estaba dispuesta a renunciar a la vida.​​​​​​​ De hecho, esto le permitió abrir un nuevo capítulo.

Alrededor de 1.5 millones de personas en todo el país padecen artritis reumatoide, y las mujeres se ven afectadas tres veces más que los hombres. Además, no tiene cura y las complicaciones de la AR pueden poner en peligro la vida si la enfermedad no está bien controlada. Puede provocar ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares y enfermedad renal crónica. 

Michelle se niega a vivir con miedo. De hecho, se siente fortalecida por su diagnóstico de AR, incluso reivindicada. Siempre supo que sus médicos no estaban detectando la raíz de su dolor. Había visto decenas de ellos desde que los dolores articulares que padeció después de dar el estirón en la adolescencia desembocaron en un dolor persistente y agonizante en plena mediana edad. Los últimos siete médicos creían que tenía fibromialgia

"No estaban en mi cuerpo y yo sabía que algo andaba mal", dice.

Michelle se apoya en su andador cuando lo necesita y en su fe en un poder superior que le da la fuerza necesaria para ser el cambio que quiere ver.​​​​​​​ Está decidida a aprovechar el tiempo que le quede, según sus médicos, para ayudar a otras personas a sobrellevar la artritis y otras enfermedades crónicas. Es su forma de cuidar a los demás.

Hace unos cinco años, Michelle puso en marcha un nuevo grupo de apoyo para personas con AR en la Arthritis Foundation porque no encontraba ninguno en su área. En solo dos años, el RA National Connect Group llegó a tener 930 miembros y eso le dio el peso que necesitaba para convertirse en facilitadora e influencer. Cada dos meses convoca a invitados especiales, como reumatólogos, terapeutas ocupacionales y psiquiatras, para que hablen con los miembros a través del Zoom.

"Ser facilitadora era... como ser enfermera; era algo que me sentía llamada a hacer", dice. "Vivo en una comunidad antigua no muy lejos de Palm Springs. Pensé que no había mejor lugar para intentar hacer algo con la AR o la OA [artrosis], y si nadie lo había hecho, que fuera yo la primera. Quiero marcar una diferencia en la vida de otras personas".

Recientemente, Michelle comenzó otra etapa nueva en su vida como autora. Como mujer de fe, buscó un libro de oraciones para que la guiara para sobrellevar su enfermedad crónica, pero no encontró ninguno que le sirviera. "Empecé a escribir la mía". Ahora tiene un contrato para publicar un libro con Trinity Broadcasting Network Publishing. "El editor con el que hablé dijo que su primera esposa había luchado con el cáncer y que sabía que se necesitaba un libro de oraciones". 

Michelle también sigue luchando por su salud. Probó con infusiones, inyecciones, quimioterapia, medicamentos para el dolor y la inflamación, y fue la 4.º persona del país en recibir un implante quirúrgico en un ensayo clínico para estimular el nervio vago. Se lo quitaron un año después, cuando había dejado de funcionarle. Ahora, Michelle y su hijo viven con sus padres, Carlos y Renee Castro, que la ayudan con los mandados, a cocinar y le ofrecen apoyo moral. Su padre tiene artrosis. 

Y aunque Michelle está agradecida por cada nuevo día, vive con un dolor que irradia constantemente y que ronda un 8 en una escala de 10 puntos. Siente dolor en el cuello, en la espalda y en las articulaciones. "Ya no puedo levantarme de la cama como antes. Tengo que pasar un poco de tiempo sacudiendo las extremidades para poder levantarme con el menor dolor posible", dice. "Utilizo almohadillas térmicas, hielo, ungüentos tópicos... cualquier cosa que caiga en mis manos que me ayude".

A veces, el dolor es tan intenso que la abuela de 90 años de Michelle, Vickie Ortiz, la ayuda a vestirse y desvestirse. Michelle ha tenido que reducir sus turnos de enfermería y centrarse en su bienestar.

Además, recientemente el hijo de Michelle ha empezado a quejarse de dolor, un niño que rara vez se queja de nada, nos cuenta. Dio el mismo estirón que ella cuando era adolescente y está cojeando y mostrando signos de inflamación articular. Michelle está presionando a sus médicos para que le hagan pruebas para descartar la AR.​​​​​​​ Quiere darle el tiempo necesario para controlar la enfermedad que a ella se le escapó y recomienda a los padres que se enfrentan a situaciones similares que intercedan por sus hijos.

"Como no me diagnosticaron durante muchos años mientras crecía, no quiero darle la espalda a esto", sostiene Michelle. "Quiero asegurarme de que no nos dejen de lado y de que pueda tener un diagnóstico. Si un médico no quiere hacer las pruebas, hay que buscar otro".
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