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Seguridad en los deportes para niños con artritis

Los niños con artritis juvenil (AJ) pueden practicar la mayoría de los deportes, siempre que su enfermedad se controle adecuadamente.

Por Mary Anne Dunkin

Son muchos los beneficios que aportan los deportes de equipo a los niños: control de peso, salud cardiovascular, mejora del estado de ánimo y la autoestima, habilidades sociales y de liderazgo y, posiblemente, incluso mejora del rendimiento académico. 

Ahora bien, «no todos los deportes son adecuados para todos los niños, en particular los que padecen artritis», señala Greg Canty, MD, director médico del Centro de Medicina Deportiva del Children's Mercy Kansas City. Por ejemplo, advierte que los deportes de alto impacto, como la lucha libre o el fútbol americano, no son adecuados para los niños con problemas en el cuello o la columna vertebral.  

Si otras articulaciones están afectadas, la capacidad del niño(a) para practicar otros deportes de forma cómoda o segura también puede verse afectada.  Por ejemplo, si un niño(a) tiene afectado el hombro, puede que el tenis o la natación no sean buenas opciones. Si las rodillas y los tobillos son los principales afectados, quizá el fútbol no sea recomendable, al menos mientras la enfermedad no esté bien controlada. Sin embargo, si se ha controlado bien la enfermedad de su hijo(a), son pocos los deportes que no podría practicar. Siga los siguientes consejos que le ayudarán a mantener a su hijo(a) a salvo: 

Sepa cuándo hay que parar. Cuando la enfermedad está activa, deben evitarse las actividades de alto impacto y con carga de peso, como la gimnasia o el salto de cuerda. En cambio, opte por alternativas de bajo impacto, como el ejercicio acuático, la natación o las caminatas. En algunos casos, es posible que su hijo(a) tenga que dejar de practicar una temporada entera; sin embargo, por lo general, podrá reanudar la práctica deportiva en cuanto la enfermedad esté en remisión.  

Utilice equipo de seguridad. Todos los niños deben utilizar el equipo de seguridad adecuado para su deporte, pero, en el caso de los niños con artritis, «su participación puede ser más segura o cómoda con algunos equipos o dispositivos adicionales», comenta el doctor Canty. Por ejemplo, si un niño(a) tiene artritis en la rodilla, un manguito ortopédico puede darle comodidad durante la práctica deportiva. Un niño(a) con artritis en la muñeca que juega al fútbol puede llevar una muñequera para protegerla en caso de caída. 

Sin embargo, es importante tener en cuenta que, en las articulaciones con artritis activa, los aparatos ortopédicos no deben utilizarse durante períodos prolongados, señala Kelly Rouster-Stevens, MD, reumatóloga pediátrica y profesora asociada de pediatría en la Escuela de Medicina de Emory University. Como ella comenta, la razón es que «los aparatos ortopédicos impiden la movilidad y pueden provocar más rigidez en las articulaciones afectadas». Si los aparatos ortopédicos ayudan a su hijo(a) a aliviar el dolor durante la actividad física, está bien, pero quíteselos en cuanto termine la actividad. Además, «nunca deje que su hijo(a) duerma con un aparato ortopédico, a menos que el fisioterapeuta o el médico del niño(a) lo aprueben», dice la doctora Rouster-Stevens. 

Busque otras maneras de participar. Si a su hijo le gusta un deporte en particular, pero no puede jugarlo, ayúdele a buscar otras maneras de participar, por ejemplo, ser el director del equipo. El doctor Canty, a quien se le diagnosticó artritis idiopática juvenil (AIJ) a los 3 años, no pudo jugar al fútbol con sus amigos, así que optó por ser el director del equipo. «Pienso que la socialización en el deporte es un aspecto muy importante», dice el doctor Canty. «Eso es así, sobre todo para un niño que ya tiene que enfrentarse a una enfermedad autoinmune crónica».  

Evite las lesiones por sobrecarga. El doctor Canty aconseja vigilar el tiempo dedicado a la práctica. Como regla general, no debe entrenarse más horas a la semana que la edad del niño(a) (es decir, 10 horas a la semana para un niño(a) de 10 años). Además, anime a su hijo(a) a escuchar a su cuerpo y enséñele que exigirse demasiado puede provocar una lesión. Por ejemplo, si siente dolores en las articulaciones después de cada práctica de gimnasia, probablemente es el momento de tomarse un descanso y probar una nueva actividad de menor impacto. O, al menos, hasta que su enfermedad esté controlada y su médico lo autorice.   

Elija con cuidado. Cuando busque equipos y ligas, «fíjese en los que dan menos importancia a la edad que al desarrollo físico», comenta el doctor Canty. De este modo, su hijo competirá con niños de fuerza, tamaño, capacidad y madurez similares, lo que podría reducir el riesgo de lesiones o sobrecarga. Asimismo, aconseja buscar ligas menos competitivas. «Los deportes juveniles estadounidenses están un poco descontrolados. La mayoría de los niños no van a convertirse en atletas profesionales. Lo importante es que los niños se mantengan activos, no que se conviertan en atletas olímpicos», asegura. 

Unos simples cambios ayudarán a su hijo(a) a seguir participando en el deporte. Si su hijo(a) se niega a sentarse en la banca o no quiere probar un nuevo deporte, consulte al médico o al terapeuta sobre las maneras de seguir practicando su deporte. 

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