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La gota no es broma

La desinformación y la vergüenza pueden impedir que las personas reciban la atención adecuada.

Por Linda Rath

“La gota es tan del siglo 18. Es como, ¿por qué no me da escarlatina y sífilis también, ya que estoy en ello?”  - Columnista y crítico de restaurantes Giles Coren, The Times, 13 de septiembre de 2014

Este es solo uno de los cientos de chistes sobre la gota, caricaturas y chascarrillos que han aparecido en los medios de comunicación en los últimos años, y eso sin tener en cuenta una rica tradición de burlas sobre la gota que se remonta al menos al siglo 18. (Busque en Google “James Gillray”.) Antes o ahora, es difícil imaginar otra enfermedad que reciba tan poco respeto. Y eso es un problema, según los investigadores neozelandeses. Afirman que la prensa perpetúa mitos sobre la gota que minimizan su gravedad y evitan que los enfermos reciban tratamiento.

La reumatóloga Nicola Dalbeth, MD, y sus colegas de la Universidad de Auckland analizaron 114 artículos sobre la gota que aparecieron en los periódicos del 2010 al 2015 en los Estados Unidos y el Reino Unido. Aunque la mayoría de los periódicos eran tabloides, unos pocos eran iconos periodísticos como The New York Times, The Guardian The Washington Post. Sus resultados se publicaron en Arthritis Care & Research.

La Dra. Dalbeth afirma que investigaciones anteriores mostraron que los pacientes, sus familias e incluso los proveedores de atención médica creen que la gota es una condición embarazosa causada principalmente por el exceso de alcohol y alimentos ricos. Y los investigadores descubrieron que esas mismas creencias también están extendidas en la prensa popular.

De los 114 artículos analizados, en 72 se afirmaba que el exceso de comida y bebida era la causa prinicipal de la gota. Un artículo de Wall Street Journal captó el tono general, al afirmar lo siguiente: “Algo sobre la gota evoca vagabundos disolutos encorvados en sillones orejeros bebiendo enormes jarras de hidromiel”. Solo 46 artículos mencionaban factores de riesgo biológicos, como la genética o la enfermedad renal.

Muchas noticias se referían a la gota como algo “socialmente embarazoso”, y casi un tercio hacía bromas o referencias humorísticas a ella.

Menos de la mitad de los artículos hablaban de estrategias de manejo de la gota, y la mayoría de ellos se centraban en consejos dietéticos. Veintinueve mencionaron medicamentos antiinflamatorios y 42 describieron medicamentos reductores del ácido úrico como el alopurinol o el febuxostat.

La Dra. Dalbeth sostiene que el estudio subraya las diferencias entre la comprensión pública y médica de la gota y sugiere que muchas personas con la enfermedad pueden estar demasiado avergonzadas como para consultar con un médico o pueden pensar que pueden tratar los brotes solo con dieta.

Más que un dedo del pie hinchado

La gota es el resultado de unos niveles de ácido úrico en la sangre superiores a los normales, una sustancia química que se forma cuando el organismo descompone unos compuestos llamados purinas. Normalmente, los riñones procesan el ácido úrico, retirándolo de la sangre y eliminándolo a través de la orina. En la gota, el exceso de ácido se acumula y forma cristales afilados que se acumulan en una articulación. Esa acumulación de cristales provoca el ataque de gota, episodios de dolor intenso, calor e hinchazón en una o varias articulaciones. El dedo gordo del pie suele verse afectado, para diversión infinita de los dibujantes.

Alrededor de dos tercios del ácido úrico son producidos naturalmente por el cuerpo. El resto proviene de la dieta, razón por la cual limitar o evitar los alimentos ricos en purina siempre ha desempeñado un papel en el tratamiento de la gota y es la razón por la cual la dieta para la gota se menciona tan a menudo en la prensa.

Pero la Dra. Dalbeth afirma que estudios recientes han demostrado que otros factores, además de la dieta, también están asociados con un mayor riesgo de padecer gota, como la predisposición genética y los problemas renales. Ciertos medicamentos también pueden causar gota, pero el cambio a otra medicación suele solucionar el problema.

“Un estilo de vida saludable es importante para todos los pacientes con artritis, incluidos los que tienen gota”. Eso significa reducir la ingesta de alcohol, mantener un peso saludable y evitar las bebidas azucaradas”, sostiene la Dra. “Sin embargo, hay muy pocas pruebas de que los tratamientos no farmacéuticos por sí solos tengan un beneficio clínico en la gota. En cambio, hay muchas pruebas de que los medicamentos que reducen los niveles de urato en sangre pueden disolver los cristales de la gota, prevenir los brotes y mejorar la función”.

N. Lawrence Edwards, MD, reumatólogo y profesor de la Universidad de Florida en Gainesville y presidente de la Sociedad de Educación sobre Gota y Ácido Úrico, está de acuerdo con esta observación.

“El exceso de énfasis en qué alimentos eliminar de la dieta contribuye a la mala gestión general de la gota”, afirma. “Parte de la reticencia de la gente a consultar con un médico sobre esta forma tan dolorosa de artritis es el miedo a que les digan que renuncien a la carne o a la cerveza o a los mariscos [porque] han leído este consejo en los periódicos o [lo han oído] de sus amigos”.

El Dr. Edwards, que no participó en el estudio, afirma que el otro mito común puesto de relieve por el grupo de Nueva Zelanda es que la gota es una enfermedad de exceso de indulgencia.

“Aunque la epidemia de gota y la epidemia de obesidad han ido en paralelo y el riesgo de desarrollar gota es mayor en las personas con sobrepeso, la gota es mucho más complicada que lo que piensa el público", afirma. "La perpetuación de estos mitos es perjudicial para la atención óptima de los pacientes y supone una carga injusta para las personas que padecen esta dolorosa y grave enfermedad".

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