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El papel del microbioma en las enfermedades reumáticas

Los investigadores están explorando el vínculo entre los microbios del cuerpo y la artritis autoinmune.

Por Linda Rath | 10 de diciembre de 2021

La piel, el tubo gastrointestinal (GI) e incluso los pulmones y las uñas de los pies están repletos de cientos de miles de millones de bacterias, virus y hongos. En conjunto, se demoninan el microbioma. La mayoría son esenciales para la salud y el bienestar. Ayudan a digerir los alimentos, sintetizan vitaminas, metabolizan algunos medicamentos, desintoxican carcinógenos y juegan un papel crucial en el entrenamiento y la regulación del sistema inmunitario. A su vez, el sistema inmunitario mantiene una relación mutuamente beneficiosa con un grupo diverso y siempre cambiante de microbios. Cuando la alianza entre el sistema inmunitario y los microbios funciona, protege contra los organismos que causan enfermedades y permite que el cuerpo coexista pacíficamente con los organismos benignos.

La investigación se centra cada vez más en el microbioma y su papel en la autoinmunidad y la enfermedad reumática, lo que ha conducido a un mayor conocimiento pero, al mismo tiempo, ha planteado más preguntas que deben responderse. En la reunión anual del American College of Rheumatology de 2021, varios oradores, incluidos los siguientes, hablaron sobre algunos resultados recientes.

El microbioma, el ERV y la psoriasis

En su laboratorio en el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID), Yasmine Belkaid, PhD, estudia las interacciones entre el microbioma y el sistema inmunitario en la piel y el tubo gastrointestinal. Ella y otros profesionales han demostrado que el microbioma desempeña un papel importante, pero con dos aristas, en el control de la respuesta inmunitaria del cuerpo en la piel y el intestino. El sistema inmunitario protege contra un flujo constante de gérmenes potencialmente letales, pero también puede volverse rebelde y causar inflamación y enfermedades autoinmunes en algunas personas.

Belkaid sugiere que el retrovirus endógeno (ERV), remanente de infecciones retrovirales antiguas que ahora constituye el 9% de nuestro ADN, y las células T específicas del microbioma de la piel son responsables de ambas. Las bacterias normalmente inofensivas de la piel, como el S. epidermidis, en alianza con el ERV protegen contra los patógenos y contribuyen a reparar el tejido dañado. Pero el ERV también puede causar inflamación. Por ejemplo, una dieta alta en grasas saturadas genera respuestas inflamatorias al S. epidermidis al cambiar la expresión del ERV. En estudios con ratones, se demostró que seguir una dieta alta en grasas saturadas durante solo dos semanas cambió las células cutáneas de no inflamatorias a inflamatorias. Por el contrario, cuando los humanos con psoriasis adoptaron una dieta cetogénica o vegana rica en grasas saludables e insaturadas durante algunas semanas, la función inmunitaria de la piel mejoró significativamente. La conclusión de Belkaid es que "la nutrición puede controlar directa e indirectamente nuestro sistema inmunitario".

El microbioma y el metotrexato

Uno de los grandes problemas en la reumatología es la variación de la respuesta de los pacientes a los medicamentos recetados. Existen muchos factores que causan estas variaciones, incluidos los genes, el entorno, la dieta, el estado del sistema inmunitario en ese momento y otros medicamentos. Nuevos datos sugieren que el microbioma también contribuye a las variaciones en la respuesta a los medicamentos, según Renuka Nayak, MD, PhD, profesora asistente en la Universidad de California, San Francisco. Por ejemplo, las enzimas digestivas producidas por las bacterias intestinales pueden alterar la eficacia de algunos medicamentos recetados y hacer que otros sean tóxicos.

La Dra. Nayak, cuya investigación se centra en el microbioma intestinal en la artritis reumatoide (AR) y otras enfermedades reumatológicas, ha mostrado especial interés en determinar si las bacterias intestinales ayudan a metabolizar el metotrexato, el tratamiento de primera línea para la AR. Nayak y sus colaboradores descubrieron que cerca de una cuarta parte de los 45 tipos de bacterias que analizaron metabolizan activamente el medicamento. También descubrieron que las comunidades bacterianas varían ampliamente, incluso entre pacientes con AR. Sus microbiomas difieren de los de las personas sanas, pero también entre sí.

Las personas que no responden al metotrexato tienen microbios que metabolizan el medicamento rápidamente, según la Dra. Nayak. Los pacientes que muestran una respuesta favorable lo metabolizan más lentamente. Algunas bacterias intestinales como E. coliy Clostridium asparagiforme también son naturalmente resistentes al metotrexato mientras que otras, incluidas muchas especies de Bacteroides, son más sensibles a él. En estos casos, la respuesta al metotrexato depende de la composición del microbioma de una persona.

Así como el microbioma puede afectar la respuesta clínica al metotrexato, el metotrexato puede afectar el microbioma. En el caso de las personas que responden de manera favorable, la cantidad de Bacteroides disminuye después del tratamiento, lo que sugiere que el metotrexato ejerce sus efectos antiinflamatorios a través de las bacterias intestinales.

Dado esto, la Dra. Nayak dijo que la terapia se puede adaptar a pacientes individuales utilizando perfiles microbianos. “En este momento, simplemente les damos metotrexato a todos y después sabemos si los pacientes responden o no”.

A continuación: Terapias basadas en el microbioma que mejoran el tratamiento de la AR.

El microbioma, la dieta y la artritis psoriásica

Jose Scher, MD, que dirige el Psoriatic Arthritis Center y el Microbiome Center for Rheumatology and Autoimmunity (MiCRA) de la Universidad de New York, es uno de los expertos más destacados del país en materia de microbioma. Su estudio de 2013, que sugiere la existencia de un vínculo entre la bacteria intestinal Prevotella copri y la AR, despertó un interés sin precedentes en el papel de los microbios intestinales y de la piel en las enfermedades. Ese interés ha dado lugar a miles de estudios y a una comprensión cada vez mayor de cómo interactúan los microbios y el sistema inmunitario.

Debido a que la psoriasis se desarrolla de cinco a siete años antes que la artritis psoriásica (AP) en la mayoría de los pacientes, algunos investigadores, como el Dr. Scher, han tenido una oportunidad única de estudiar los factores ambientales que contribuyen a la artritis en personas genéticamente propensas a ella. Un tema común en una década de estudios en animales y humanos ha sido que la alteración de un microbioma normal (disbiosis) se encuentra en la mayoría de las enfermedades reumáticas autoinmunes, desde la AP hasta la AR y el lupus. También parece claro, al menos en modelos animales, que demasiados microbios inflamatorios o muy pocos microbios beneficiosos pueden desencadenar estas enfermedades.

Las personas que padecen psoriasis y AP no solo tienen microbiomas intestinales y cutáneos poco saludables, sino que también presentan niveles bajos de ácidos grasos de cadena corta (SCFA) protectores, que se producen cuando las bacterias descomponen la fibra. Hace al menos una década que los científicos saben que los SCFA reducen la inflamación en el intestino a través de las células T reguladoras y, junto con una dieta rica en fibra, mejoran la artritis inflamatoria en general.

El Dr. Scher dijo que no cabe duda de que el microbioma desempeña un rol en la enfermedad psoriásica. La pregunta es cómo alterar el microbioma para tratarla. Scher describió varias opciones, que van desde trasplantes microbianos fecales hasta el uso de cepas múltiples o únicas de bacterias beneficiosas y cambios en la dieta.

Así como Yasmine Belkaid descubrió que una dieta rica en ácidos grasos insaturados mejoraba la psoriasis, otros han demostrado que una dieta rica en fibra y grasas no saturadas puede reducir la inflamación en el fluido sinovial.

Los expertos están de acuerdo en que lograr tener un microbioma intestinal saludable y equilibrado puede ser difícil, pero los beneficios pueden ser enormes, como la reducción de los síntomas de la artritis.

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