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¿Pueden los antidepresivos ayudar a las personas con artritis? 

Estos medicamentos pueden ayudar a ciertas personas que padecen problemas de estado de ánimo y dolor si otras medidas fallan.

Actualizado el 11 de mayo de 2022

La depresión y la ansiedad afectan aproximadamente a uno de cada cinco adultos estadounidenses con artritis, según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades, pero no está claro por qué algunas personas luchan contra trastornos del estado de ánimo y otras no.

El dolor crónico, la fatiga, los problemas de salud coexistentes, el estilo de vida y los factores socioeconómicos pueden desempeñar un papel importante. Y la inflamación, la cual causa síntomas en la artritis reumatoide, la artritis psoriásica, el lupus y otras afecciones reumáticas, también podría causar inflamación en el cerebro. Lo contrario también puede ser cierto: la depresión ha sido asociada en investigaciones con un mayor riesgo de desarrollar artritis inflamatoria. La depresión también puede empeorar el dolor provocado por la artritis y contribuir en la generación de problemas de sueño, mala alimentación, falta de ejercicio, incumplimiento en la toma de medicación para la artritis de forma regular, malos resultados en el tratamiento y una menor calidad de vida en general.

Los tratamientos que incluyen ejercicios de intensidad moderada, una dieta antiinflamatoria y meditación consciente pueden ayudar a aliviar los dolores relativamente leves de la artritis y otros síntomas, así como también mejorar el estado de ánimo. Además, los CDC recomiendan que los reumatólogos remitan a todos los pacientes a programas de autocontrol, donde puedan aprender a controlar el dolor y el estrés.

Para aquellos que padecen síntomas más graves, especialmente provenientes de formas autoinmunes e inflamatorias de la artritis, reducir la inflamación es clave; y un número creciente de estudios sugieren que al aliviar la inflamación también se puede aliviar la depresión. Según un análisis compuesto por 30 ensayos controlados aleatorios llevado a cabo en el 2020, los medicamentos antiinflamatorios y los ácidos grasos omega 3 pueden tratar eficazmente el trastorno depresivo mayor.

¿Qué sucede con los antidepresivos?

A pesar de que muchas personas son reacias a hablar de su salud mental —al igual que los médicos en muchos casos—, si se ha sentido desesperado, desinteresado, con pensamientos suicidas u otros signos de depresión, es importante que se someta a un examen para determinar si tiene depresión. Si su médico no le ofrece uno, solicítelo. Un psiquiatra u otro profesional de la salud mental puede ayudar a determinar si su estado de ánimo justifica la medicación.

La artritis y sus síntomas traen aparejadas numerosas dificultades que pueden afectar al estado mental y emocional de una persona. Los antidepresivos suelen recetarse luego de que otras medidas no hayan servido para aliviar el bajo estado de ánimo o la depresión de una persona. Y muchos no requieren medicación.

«Algunos pacientes no están deprimidos. Se desmoralizan porque padecen artritis reumatoide», explica el doctor Glenn Treisman, PhD, profesor de Psiquiatría y Medicina en Johns Hopkins Medicine. «Esto no responde a los antidepresivos. Responde al apoyo y al tiempo».  

Otros expertos son igualmente precavidos, señalando que los antidepresivos pueden aliviar los síntomas, pero no resolver los problemas físicos y psicológicos más profundos.

Qué hacen los antidepresivos

Los antidepresivos de segunda generación, entre los que se incluyen los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS,) tales como citalopram (Celexa), escitalopram (Lexapro) y fluoxetina (Prozac), y los inhibidores de la recaptación de serotonina y norepinefrina (IRSN), tales como la desvenlafaxina (Pristiq) y la duloxetina (Cymbalta) son los antidepresivos más recetados. Estos actúan alterando los niveles de sustancias químicas cerebrales, tales como la serotonina y la dopamina, y cambiando la forma en la que se comunican las células nerviosas. Estos medicamentos pueden ser eficaces contra la depresión, y también pueden ayudar con problemas de ansiedad, ambas cosas más comunes en personas con artritis que en la población general.

A pesar de que los antidepresivos no fueron diseñados para aliviar el dolor, algunos pueden tener este efecto. La duloxetina y la venlafaxina (>Effexor XR) tratan tanto la depresión como el dolor crónico.

Dos antidepresivos —duloxetina y milnaciprán (Savella)— se encuentran entre los tres medicamentos aprobados por la FDA para tratar la fibromialgia, siendo ésta una enfermedad relacionada con la artritis. La fibromialgia se caracteriza por un dolor generalizado y suele acompañar a otras formas de artritis, entre las que se incluyen la artritis reumatoide o psoriásica o la espondilitis anquilosante. Los medicamentos utilizados para tratarla, incluidos los antidepresivos, alteran sustancias químicas cerebrales o las células nerviosas hiperactivas para reducir el volumen del dolor a través del sistema nervioso central.

Cómo comenzar a tomar un antidepresivo

Algunos reumatólogos recetan antidepresivos, mientras que otros derivan a sus pacientes a especialistas en salud mental o en el manejo del dolor. Los efectos colaterales dependen del medicamento, pero normalmente los antidepresivos pueden causar: 

  • Somnolencia 
  • Náuseas 
  • boca seca; 
  • insomnio; 
  • Mareo 
  • dolor de cabeza; 
  • diarrea o estreñimiento; 
  • ​​​​​​​problemas sexuales, tales como disminución del deseo o dificultad para alcanzar el orgasmo; 
  • Nerviosismo o agitación. 

Antes de tomar cualquier medicamento nuevo, es importante discutir posibles efectos colaterales e interacciones con su médico. Los antidepresivos aumentan el riesgo de pensamientos suicidas en algunos adolescentes y adultos jóvenes, y las personas de cualquier edad deben ser monitoreadas mientras los toman. Los antidepresivos están prohibidos para quienes padecen trastorno bipolar.

Según la Asociación Estadounidense de Psicología, muchos adultos mayores prefieren la psicoterapia a los antidepresivos, y esto se refleja en las nuevas directrices de la APA, las cuales recomiendan la terapia cognitivo-conductual (TCC) grupal como primer tratamiento para la depresión para personas mayores de 60 años.

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